En la precaria democracia mexicana suelen aparecer conceptos que andan en boca de todo mundo, pero con la particularidad de que unos le dan un significado y otros el opuesto. Así sucede con la denominación “candidato independiente”. Para la ley, el establecimiento político –para abarcar todo el entramado del poder– candidato independiente es todo aquel que aspira legalmente a un cargo de elección popular, pero al margen de los partidos registrados.

A contrapelo de esto, en la sociedad reina una definición diferente. Son miles, quizá millones, los que entienden por independiente que no tengan compromisos que los vinculen al decadente sistema partidario existente, pues basta que hayan tenido una militancia partidaria (entre más reciente mejor), para que todo mundo descrea de tal independencia. Y no están exentos de razón.

Margarita Zavala, y ahora Jaime Rodríguez Calderón (“El Bronco”), tienen la calidad de independientes que puedo tener yo de astrónomo. Ambos traen en su ADN político al PAN y al PRI, respectivamente, con el agravante para la primera el ser consorte del criminal y dipsómano Felipe Calderón; el segundo, traicionar el compromiso y juramento que hizo en su tiempo de gobernar Nuevo León, donde es un completo fracaso.

Resulta que no es claro que hayan satisfecho los requisitos de las firmas suficientes para figurar en la boleta electoral, más el segundo que la primera; pero en esto no hay grados: estar en falta es estar en falta.

Mentes lúcidas y con solvencia moral –la de Woldenberg entre ellas– han puesto los puntos sobre las íes en torno al atentado a la ley que significa el registrar al regiomontano, más cuando es el más alto Tribunal Electoral quien así lo decidió.

Todo sea por sacar adelante una elección apuntalada desde el Estado y valerse del fraccionamiento y división del electorado. En esto también está presente la discriminación a Marichuy, a quien no la habrían aceptado ni satisfaciendo todos los requisitos.

Que nos quede claro, “El Bronco” no debiera ser candidato, y si ya es, lo es porque así lo impusieron fraudulentamente, sin importar la comisión de hechos que pueden catalogarse hasta delictivos.

Que nadie le de su voto a este bronco que en en realidad es un apacible y muelle personaje de nuestra carcomida democracia.