Alguien preguntó al batracio: ¿quién es el más bocón? Y contestó: te hablan, cocodrilo. La política en Chihuahua continúa expresándose en los más bajos y precarios niveles. La cotidianidad y las costras de una forma de abordarla, no contribuyen a hacer de su ejercicio algo elevado, formativo, que contribuya a la construcción de ciudadanos, entes indispensables en cualquier democracia que se precie de tal. Los hombres y las mujeres del poder continúan en el inframundo, escudándose en la ruindad de sus fuerzas y en el microejercicio de algo que, sólo por extensión, se puede llenar libertad.

La nota más relevante de la semana es que un batracio y un cocodrilo compitieron para determinar quién tenía la boca más grande. El batracio existe y el cocodrilo, también. Ambos viven, comen, realizan todas sus funciones en el fango, en el estanque pestilente, hieden a cieno y a pantano, donde la putefracción hace sus peores perfumes. Están en el lodo, pero como es su hábitat, no se dan cuenta.

Compiten, el batracio y el cocodrilo, a ver quién apesta más, de tal manera que la conclusión es: nunca te fíes de estos animales.