En una mesa redonda celebrada el 25 de enero recién pasado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), don Pablo González Casanova (95 años), destacado intelectual, investigador y exrector de esa institución, destacó que en el medio intelectual hay mucho autismo y resultado de ello la intelectualidad no cumple su función de exhibir la decadencia y fin del sistema capitalista y sus secuelas. Entendemos que el autismo es una alteración neurológica que provoca que el paciente se concentre en exceso en su vida interior y padezca grandes dificultades para relacionarse con su entorno. En la óptica de don Pablo, entonces, el intelecto mexicano vive extraviado. Estamos, pues, ante un diagnóstico de blanco y negro que pocas veces arroja luces útiles, pero que sirve para echar una ojeada al sector: por ejemplo, la llamada intelectualidad de izquierda sigue presa del mito socializante y desde hace mucho ha arriado las banderas críticas ante regímenes dictatoriales como el de Venezuela y Cuba (el mismo don Pablo siempre ha alabado el castrismo cubano); igual complacencia se ha tenido ante figuras autoritarias (Evo Morales, Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, etc.). Similar complacencia observamos hacia el sistema mexicano: aquí basta que un candidato (“tu ya sabes quién”) emita exhalaciones de perdón y de esperanza para que el eco intelectual se desviva y festeje. Es tan pobre la llamada izquierda mexicana que basta con estar fuera del PRI para reclamar tal calificativo.
La venerable ancianidad de don Pablo emite la sentencia del autismo intelectual fijando la atención solamente hacia el compromiso de criticar el capitalismo. No está mal. Pero ¿dónde se encuentra la obligada necesidad de desnudar los autoritarismos alrededor del socialismo de Estado heredado por el siglo XX? Es la vieja y triste ceguera ideológica de la complicidad con las promesas utópicas ante escenarios de corrupción y de persistente pobreza en la sociedad. Bien dice un filósofo actual que la barbarie es bien vista cuando viene revestida de virtud y de mesianismo. Hay poco autismo y demasiada complicidad intelectual con las expectativas del autoritarismo del Estado que muchos intelectuales añoran y sueñan con su llegada como salida falsa de la descomposición del sistema en que vivimos en México. Más que autismo, nosotros vemos una “fatiga intelectual” para abordar la realidad tal y como es.
¿Debemos afinar el concepto dinámico de la intelectualidad para que sea puente sobrio entre una experiencia noble y la justificación de la epidemia de su agonía crónica? ¿Qué puesto ocupa en el cocierto de las causas sociales y morales? ¿Cuál es la índole intima del fenómeno arcaico y corriído de la hoy llamada intelectualuidad? ¿Qué realación hay entre el acto intelectual y la ética más general de conservación de la dignidad, la integradad y su propio valor humanitario?¿Estamos frente a una vocacion desatendida en la gatronomia del pensamiento profundo y de las letras que trascienden? ¿La principal orfandad de la sociedad mexicana es la sobriedad intelectual? ¿Qué se puede esperar de los poetas, filósofos e intelectuales que no saben trabajar y sí achicharrarse en la ubre incansable de la burocracia atrofiada? Es un honor y un placercer interactuar con intelectuales que son tan valiosos y escasos como las chinampas en los Médanos de Salamayuca? Saludos.