“Basta ya”, así se pronunció un enorme y disímbolo grupo de medios de comunicación nacionales y locales, al abordar la situación actual de rebasamiento ante la violencia contra la prensa que impera en el país. Esta especie de sindicato de medios tiene gran pertinencia actualmente, a partir de su propia expresión de que el crimen organizado está cancelando la libre expresión en regiones enteras del país, lo que significa que la sociedad es la que pierde al estar deficiente o nulamente informada.
Pero no se queda ahí el pronunciamiento; también se deplora que “por si fuera poco, es grave que servidores públicos de los tres niveles de gobierno estén entre los agresores”. En la visión de los firmantes, se requiere renovar los esquemas de protección y es significativo que estos medios estén dispuestos a hacer su propia faena, su propio “aporte” para autoprotegerse.
Los acuerdos tienen gran pertinencia: desarrollar una estrategia para la mejor prevención a los ataques contra periodistas, el trazado de un mapa de ruta para coordinase de manera solidaria, la creación de un grupo de trabajo permanente abocado al tema que podrá formar comités o subcomités en toda la república y, al último, pero no al final, dar una gran batalla contra la impunidad.
Enfático es el señalamiento de este importante texto cuando se refiere a esa batalla, pues reconoce atinadamente que “sólo será eficaz si tenemos de nuestro lado a una sociedad que sepa que con cada asesinato de un periodista se le arranca de las manos su derecho a saber, a participar, su esencia misma como ciudadanos”.
Entre los firmantes y para que no nos vengan después las voces interesadas de la aldea que se trata de extorsionadores, están: Proceso, La Silla Rota, La Jornada, Nexos, Cuartoscuro, El Financiero, conjuntamente con periódicos locales como El Diario de Chihuahua y El Diario de Juárez.
Ya está bien que todo esto termine; como experiencia bruta ya es bastante. ¿Queremos celebrar la misa del entierro para el periodismo? ¿Renunciar, frente al altar de la imprenta, de toda esperanza inmediata? ¿Al sacrificio de lo tangible? Lo que más me apesumbra es la perversion de las horas de desaliento, quizá de arrepentimiento; de franca impotencia. Mal hereditario es que la prensa sea callada o vil instrumento de cobardía. El periodismo deshoja las horas como un tallo de vibraciones el mismo que fluye entre mis manos y párpados. Dibujo de letras e imágenes que otros soplan para que no vuelvan y yo no saber adónde me he ído, dónde se consume mi presencia en una gloria sin substancia es lo que quiere el que pretende callar a la prensa. Silenciar a los medios significa hacer las tardes invisibles pra decir lo que no dice. Silencio no tiene sentido, sentido no tiene silencio