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Jorge Cuesta (tercero de der a izq) y los organizadores, felices, del deporte extremo en Chihuahua.

 

De por sí mostrarse como asociación civil y luego hacer negocios con el gobierno es ya una suspicacia, el pretender evadir responsabilidades –legales, económicas y morales– coloca en entredicho a Jorge Cuesta, integrante de Espectáculos Extremos A.C., que ante la demanda y la auditoría que giran en torno a la tragedia del llamado Aeroshow todavía pretende nadar de muertito. Fíjese usted cómo en sus palabras está contenida la evasión de una responsabilidad que si bien no ha sancionado ninguna autoridad, ante la opinión pública, los familiares de las víctimas y muchos testigos Cuesta y sus socios son parte de la serie de eventos desafortunados, las negligencias y la corrupción que tuvieron los lamentables resultados que todos conocemos: “No puedo comentar algo que no sé; lo que sé lo sé por los medios”, según expresó en entrevista que le solicitó un periódico local, a propósito de la demanda en su contra por parte del Ayuntamiento de Chihuahua.

Este empresario sin fines de lucro (¿?) está tan desinformado que no se entiende cómo es que puede trabar tratos a diario con clientes y políticos para llevar a cabo planes, estrategias y eventos masivos, como el Aeroshow. O habrá que tomar en serio sus palabras: ignora tantas cosas que por eso no tuvo la suspicacia, el cuidado ni la prevención que requería un espectáculo como el citado. Es decir, todo parece indicar que él y su asociación civil están acostumbrados a tomar decisiones al ahí se va. El problema es que estas decisiones han costado vidas, sufrimientos y responsabilidades que hasta ahora ni Cuesta ni el resto de los involucrados ha querido afrontar. El resto de sus palabras en la entrevista referida lo dicen todo y a nueve meses de la tragedia todavía rehuye de este modo: “Nosotros somos una asociación que no persigue fines de lucro, somos una asociación que no recibe un pago por nuestro trabajo, simple y sencillamente somos gente con experiencia en el área turística y estábamos ahí en un afán de promover a Chihuahua y en un afán de promover que los chihuahuenses tuvieran un evento al cual fuimos invitados por la Presidencia Municipal”.

 

Teresa Ortuño a la defensa (sólo) de su buen nombre

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Algunos panistas chihuahuenses son verdaderamente insufribles… y contradictorios. ¿Recuerda usted cuando a Gustavo Madero “le cerraron” una casilla en el 2013 y no pudo votar? Esa ocasión hasta grabó un video que subió a la red y esa falta (“trampa mañanera del PRI” la llamó) casi la convirtió –para estar a tono con el caló de la clase política gobernante– en un asunto de seguridad nacional. Pues bien, el turno al bat, según la jerga beisbolera, le tocó esta vez a la exsenadora Teresa Ortuño, quien parece haber movido cielo, mar y tierra –albiazul, por supuesto– para que le explicaran por qué su nombre aparece en las listas de otro partido. Ortuño ha exigido mediante oficio al Comité Municipal de Acción Nacional que le requiera al INE “una investigación” puesto que, se dice, este organismo ciudadano supuestamente ha detectado que más panistas figuran en los padrones de partidos políticos diferentes al suyo, como el PRI. Claro que, por lo que parece, Ortuño defiende sólo lo suyo. El hecho en sí mismo, aunque no es nuevo, es de elemental justicia. Sin embargo, se sabe que Ortuño nunca ha dicho esta boca es mía al tratarse de correligionarios y mucho menos de los nombres que se trafican entre instituciones y partidos, incluido el PAN, en la historia política, institucional y electoral de este México lindo y querido. El propio Gustavo Madero no tuvo el mismo ahínco que utilizó para denunciar que él no pudo votar en 2013 como para convencer, ahora en 2014, a los legisladores de su partido de que votaran de manera congruente la Ley Televisa 2. Los dejó “a la libre” (en un descomunal olvido de que sus pasiones ideológicas lo han llevado hasta ahí) y ya ve usted lo que pasó: terminaron haciéndole el caldo gordo a Peña Nieto, al PRI, sus partidos satélite y al duopolio televisivo. Si el nombre de panistas aparece en las listas del PRI, en este caso no es más que mero convencionalismo administrativo. En los hechos, muchos de ellos actúan hace ya bastante tiempo como priístas.