La palabra política se ha desgastado de manera superlativa. Aquí en el país los que ocupan las altas tribunas prefieren mentir y engañar antes que reservarse su opinión o una caracterización de la realidad que encaran.
La mala retórica lo permea todo y el diálogo público, la conversación y el debate encuentra hoy sus niveles más bajos, tanto por el empleo de las peores palabras, como la rijosidad que sobrepasa los límites de la civilidad y la tolerancia.
Al país le vendría bien superar esta etapa de discordia estéril, pero eso solo se logra dándole al vocabulario un vínculo con la axiología que se desprende del debate civilizado que busca la construcción de acuerdos. De que esto se puede, se puede.
Cuando se está en las antípodas de la premisa esbozada, la lectura de las circunstancias tiene que recurrir a signos, señales, gestos, anécdotas. Todo menos la franqueza para definir los problemas y el papel que juegan los personajes que están en la cima del poder.
Tengo para mí que hay tres aspectos relevantes en el discurso inaugural de Claudia Sheinbaum ante el Congreso de la Unión. En primer lugar, lo que sí alcanza el rango de histórico en la vida de la nación y que es la asunción de la primera mujer a la presidencia de la república. Pasa por encima de simpatías y antipatías y representa una coronación del gran esfuerzo que han hecho las mujeres por romper muros y barreras que secularmente las han oprimido.
En este sentido, no puedo ocultar el gusto que me causa el suceso porque personalmente he acompañado de manera activa, directa y permanente la causa de las mujeres, al lado de la feminista Irma Campos Madrigal.
De aquí desprendo que el discurso de la presidenta tiene un punto de la mayor importancia en el refuerzo, al menos sexenal, que la lucha de las mujeres va a tener en el país, por lo pronto con los programas que se están diseñando pero con el mensaje abierto de que las mujeres llegaron para quedarse y espero que esa tendencia se consolide. El discurso está ahí y faltan los cómos y eso todos lo iremos observando.
Otra parte del discurso inicial es el apostar por las fuentes renovables y alternativas en materia energética, para ir dejando atrás el extractivismo que a más de un siglo emplea los recursos fósiles, que por necesidad de preservación del planeta tendrán que dejar de ser los fundamentales.
Encuentro en esos tres aspectos notas positivas. Y advierto que el discurso queda ensombrecido al menos por los puntos que paso a señalar. El elogio a López Obrador, no podía ser otro, pero es más que exagerado. No hay, como dijo la presidenta sentencia que le dé la dimensión que ella expresó. López Obrador lega un país fuertemente polarizado por su política de confrontación permanente, en la que encontró la base de su popularidad. Además, no se puede tapar el sol con un dedo. Y vayan como datos más firmes que hoy el país registra mayores niveles de violencia en todo el territorio nacional y en zonas donde ya prácticamente es endémica. Esto asociado a la militarización y a la destrucción de la institucionalidad democrática, acabando con los contrapesos y controles, deja la herencia lopezobradorista no solo en entredicho, sino con niveles sustentados de censura y reproche.
Mención especial requiere el tan traído y llevado problema de la pobreza en el país, que se presume como algo notable, para cuestionar al neoliberalismo que por otro lado sigue incólume.
Al respecto, dice el oficialismo que existe un reducción de 9.5 millones de personas que salen del umbral de pobreza. Sin embargo esta cantidad -de dudosa medición- es por medio de la pobreza en su dimensión por ingreso, derivado de los aumentos al salario mínimo, no representa una reducción de la pobreza multidimensional, medida por CONEVAL (próximo a desaparecer), la cual toma como parámetros complementarios el acceso a la salud, educación, alimentación digna, vivienda y servicios en general, mismos en los que durante el sexenio lopezobradorista se presentó un incremento pero de las carencias, como son el acceso a la salud que es más limitado, pues actualmente es preferible ir a consultorio de farmacia que a un hospital por carencia de atención y medicamento, la educación se ve rezagada pues no existe aumento en el acceso a la misma, menos en los años de escolaridad, la vivienda se consolida como un privilegio y, en general, los servicios básicos son más escasos.
Esta reducción de la pobreza por ingreso se ve ofuscada por la medición real de la pobreza que debe tomar en cuenta esta visión multidimensional porque, aunque suba el ingreso, no sube el acceso a servicios de primera necesidad.
Falta mucho por ver, eso facilitará juicios más certeros.