A algunos periodistas, acostumbrados a ver las minucias ceremoniales de la clase política, les llamó la atención que al informe del chapulín Cruz Pérez Cuéllar, alcalde de Ciudad Juárez, la gobernadora Maru Campos se haya hecho representar por Gilberto Loya, el fracasado secretario de Seguridad Pública estatal.
No observaron el enorme dispendio de un alcalde que más parece estar en campaña electoral que al frente del más importante municipio de la entidad.
Tampoco vieron que mientras Gilberto Loya se lucía en la ceremonia la muerte y la delincuencia visitaron en nivel de gravedad varios puntos de la geografía chihuahuense. Eso qué importa, al parecer en toda esta serie de cambios municipales.
En el mismo sentido se inobserva que la gobernadora hizo lo propio en términos electoreros en una actividad más de la pretendida “galopada” que dice estar promoviendo para seleccionar al futuro candidato a gobernador, ocultando que ya la lumbre le llegó a los aparejos con la solicitud de revocación de mandato que empieza a circular.
De la rendición de cuentas, en estricto sentido, que se apiade dios porque las instituciones constitucionales están inoperantes. A resumidas cuentas lo que estos periodistas ven lo que el poeta maldito Charles Baudelaire denominó la fosforescencia de la putrefacción, al que cito de memoria.