Pues sí: en plena crisis del Covid, más dinero público a los partidos. Se asignaron 259 millones de pesos para el financiamiento de los partidos, esencialmente con miras al proceso electoral del año entrante. El IEE, al decidir esto, desde luego que se apega a la ley que le obliga de acuerdo al régimen de facultades expresas y limitadas. La crítica no va en su contra, sino de un sistema en el que no obstante el colapso actual de los partidos, estos siguen parasitando de los fondos públicos que pagamos los contribuyentes. No hay partido político en el que no haya una costra burocrática que fagocita de estos recursos.
De acuerdo a la información que ha circulado por los medios, el año que viene el PAN recibirá (todos las cifras serán en números cerrados) 24 millones de pesos, el PRI 16 millones, el Verde 7 millones, el PT 6 millones, MC 6 millones, MORENA 23 millones, Nueva Alianza 600 mil pesos, PES 5 millones, y el PRD poco menos de 2 millones.
El presupuesto público a los partidos se ideó originalmente con muy buenos propósitos, se quería favorecer la consolidación democrática, evitar el peculado, la desproporción que se puede generar con el financiamiento privado y en especial de los magnates, y que el dinero sucio, en particular del narcotráfico, penetrara en esas estructuras teóricamente fundamentales en el sistema democrático. En realidad, con altibajos, nada de eso se ha logrado con grave daño a las prioridades públicas que las finanzas debieran tener.
259 millones de pesos ahora serían un gran apoyo para combatir al COVID-19 o apoyar la planta productiva, en particular la pequeña empresa que se abate en la desgracia.
A contrapelo de esto, lo único que tenemos es más billetes para los partidos, alimentar burocracias parasitarias y generar una oscuridad y simulación muy grande como la que existe en los partidos que en realidad son propiedad de pequeñísimas mafias enquistadas en las canonjías y prebendas que reciben, por ejemplo, el PT o el Partido Verde; pero no sólo, quizá a los otros se les note menos, pero no es otra cosa que la misma gata pero revolcada, en este caso el dinero que aportamos todos a través de nuestros impuestos y el pago de los derechos por los malos servicios que nos cobra el estado.