Durante la Colonia mexicana, para recibir al virrey se utilizaban toda una serie de arcos triunfales a lo largo del camino, desde Veracruz a la Ciudad de México. Ceremonial puro, vacío, demasiado ornamental. El reciente informe de Javier Corral exhibe las limitaciones de un sarao confeccionado y costoso para que luzca un solo hombre, importando poco o nada lo que dice. 

Es un evento propio de las inercias de una burocracia rancia carente de inteligencia para innovar. El ornato de Corral en nada se queda atrás del que utilizó César Duarte, salvo que no tuvo tribuna giratoria, pero fueron muchos kilovatios los que se gastaron para montar un espectáculo propio de la entrega de los Oscares. 

Pero nuestra clase política no está para entender, su función es imponer y todo atraso de este tipo viene acompañado de los lambiscones que nunca faltan, los que buscan quedar bien, refrendar contratos, que además pagan por ello. Vaya esta muestra de los desplegados laudatorios que se publicaron en sendos periódicos de la ciudad de Chihuahua un día después de la farsa informativa. 

En uno de los rotativos se registraron 90 publicaciones (5 planas, 15 medias planas, 56 cuartos y 14 octavos), destinadas todas al reciclaje, porque no hay quién se ocupe de ellos y ni caso tiene. En el otro se registraron 57 publicaciones (7 medias planas, 41 cuartos y 9 octavos). El día de hoy los rezagados ya no los contabilicé porque no tiene caso. 

Esta es una crítica a la cultura dominante, que tiene dos caras: la pleitesía lambiscona que se rinde al gobernante y el gobernante que se complace con esto, que hasta es probable que los enmarque.