Un parroquiano de Chihuahua me platicó que en una ocasión coincidió en una bolería, frente al Palacio de Gobierno de la capital del estado, con el exalcalde de Chínipas, Hugo Schultz. No conocía su identidad pero advirtió que portaba joyas de oro grueso, pesado, en abundancia. Le llamó la atención, como suele suceder en estos casos.

Ya lustrados los zapatos, el bolero –así se les llama– le dijo que se trataba del alcalde y político panista de Chínipas de Almada, el municipio que hoy está en boca de todos. Que acostumbraba asear su calzado antes de ser recibido por los funcionarios de alto nivel del estado. Además, pronunció su nombre para mayor identificación.

“Tiene apariencia de narco”, dijo con sorna el parroquiano. 

Le contestó el bolero: “pues ya ve: el que parece, es”. 

Cosas de la plaza pública, opiniones de esos buenos cronistas que tienen la oportunidad hasta de “psicoanalizar” a sus clientes; su ojo clínico suele no equivocarse, ve más allá de los zapatos.