La llamada “modernización” del transporte público, traducida sólo en nuevos camiones a gas, contrasta con el esperpento sindical que Javier Corral no ha podido o no querido trascender.

Cuando se anuncia por parte del que despacha en el green, más que en palacio, que ya opera el nuevo sistema de transporte urbano (sic que no supera la lista del mandado), de nuevo retiembla en la memoria de no pocos chihuahuenses la complicidad de Corral con la CTM, con el sempiterno Doroteo Zapata, con la CNOP y párele de contar con los satélites del viejo y ruinoso PRI y su falta de… talento para marcar su raya.

A Javier Corral la estafeta del poder le ha quedado distante, muy distante, y en su empeño de mantener relevos con el oxidado tricolor, ha terminado por aprender –y aprehender- sus típicas artimañas, como esa de anunciar novedades cuando en realidad no tiene nada qué exhibir. El público –votantes, consumidores, ciudadanos– tiene puesta la mirada en otros temas y, hoy por hoy, la grisura del gobernante que ya mero se va apena si tiñe el panorama.