El resultado del plebiscito, en su lectura política esencial, es un triunfo de los ciudadanos que se impuso ante la arrogancia de los gobiernos panistas que lo minimizaron como instrumento de participación. Es una de las formas con las que no simpatizan, porque no están en disputa ni cargos ni huesos políticos. 

Pero de que triunfó, nadie lo dude: María Eugenia Campos Galván así lo reconoció al retirar su proyecto de “Iluminemos Chihuahua” al que le apostó y bastante. Ahora quiere hacer control de daños y hasta pretende hacer una retirada hacia adelante, autoproclamándose demócrata de toda la vida. 

Moralejas les sobrarán, que las tomen es otra cosa. Por lo pronto y por andar ocultando proyectos con apariencias de modernidad, ha empezado su cuenta regresiva: el pasado de una ilusión que cada día estará más remoto. La hegemonía que presumió en Chihuahua era como una especie de monstruo con pies de barro. 

Ganó David -ciudadano y ciudadana- con una simple onda en contra de Goliat. De paso sentó las bases para hablar del pasado de una ilusión.