Escondida en un periódico local está la noticia de que a Jessica Huerta Ayala, secretaria de un membrete llamado “Acción por la Educación”, le concedieron en un juicio de amparo una suspensión provisional para que a su hija no se le imparta educación sexual. A decir de ella, eso provoca la masturbación masculina y femenina, el uso indiscriminado de preservativos y todo eso sin el consentimiento de los “padres” de familia. 

De que tiene derecho a recurrir a la justicia federal, no tengo duda; de que tenga razón, sí y bastante. Perderá el amparo. 

Es una acción probablemente de las que propala la derecha política, que ojalá nunca llegue al poder en México porque entonces se va a abolir la Constitución, su declaración de derechos humanos, el valor de la ciencia, y en su lugar se colocará al menos el Pentateuco, ese conjunto de cinco libros con que abre la biblia milenaria, con su Levítico, Deuteronomio y toda esa reglamentación con la que se nos quiere recordar que ni Adán ni Eva tenían ombligo y que Onán nunca jamás. 

Un poco como la entrada triunfal al poder de los golpistas bolivianos.