Los sucesos de ayer en Culiacán y la prolongación de la violencia en Chihuahua, en otras latitudes del territorio nacional, nos hablan muy claramente de que no existe una estrategia bien pensada y ejecutada con precisión para recuperar la paz y someter al crimen organizado en todas sus expresiones imaginables. 

Es evidente el despliegue del ejército, con el disfraz de Guardia Nacional, por todo el territorio y también la tendencia que marca su fracaso. México ya no puede vivir de culpar al pasado, de convertirlo en una retórica justificatoria, cuando quienes buscan el poder, cuestionando la etapa anterior con fuerza y convencimiento contundentes, se tienen que hacer cargo que un día después de que lo alcanzaron su papel es diferente, que deben demostrar con hechos la pertinencia y congruencia de sus acciones. 

Hoy México sangra por todas sus partes, pero sangra principalmente en la capital del estado de Sinaloa. Estamos secuestrados todos.