A través de su columna, el periodista Froylán Castañeda hizo observaciones sugestivas sobre la posibilidad de que el secretario de Desarrollo Social y Humano del gobierno corralista, Víctor Quintana Silveyra, llegue a la candidatura en 2021 y dispute la gubernatura de Chihuahua. 

Le pone el “pero” de la edad establecida por la Constitución local, y además esa barrera le parece infranqueable si se respeta la ley, o violable en caso de se recurra al “esquema Bonilla” inaugurado en Baja California, donde los ciudadanos eligieron por dos años y le quieren dar el plus de tres más.

Al respecto vale agregar, con ánimo de sustanciar un expediente político, otros elementos que tienen pertinencia, aunque el mismo Castañeda los considera hoy por hoy fuera de timing. Víctor Quintana ha militado en una izquierda social, lo que interrumpió para convertirse, en diversos momentos, en funcionario público. Pero sus filias políticas siempre han estado partidariamente a la derecha, cuando se trata de actuar en el estado de Chihuahua. 

En 1992 formó con otros ciudadanos y ciudadanas una “Ola por la Democracia”, que sustantivamente marchó a tambor batiente por la candidatura panista de Francisco Barrio Terrazas, y la ductilidad de sus planteamientos políticos, y a través del Frente Democrático Campesino apoyó lo mismo candidaturas municipales priístas que panistas o perredistas. Su actitud le ganó el calificativo de “gelatinoso”.

En 1998, siendo presidente del PRD Víctor Orozco, buscó Quintana la candidatura gubernamental, contando al efecto con grandes simpatías tanto en el PAN como en el gobierno barrista. El órgano partidario elector lo descartó y postuló en cambio a María Esther Orozco, chihuahuense distinguida en el ámbito académico de alto nivel.

Para 2010 el hoy secretario corralista tenía todo para convertirse en un candidato relevante del PRD para disputarle la gubernatura a César Horacio Duarte Jáquez. En la escena pública y en los medios no había otro aspirante viable, aunque dicho sea de paso, la correlación de fuerzas no favorecía al PRD, previsiblemente. Pero intempestivamente Quintana declinó ser el abanderado por razones enteramente utilitarias: su hermano Jorge tenía la aureola de convertirse en un hombre muy fuerte en el futuro gobierno priísta y decidió no interponérsele a Duarte, favoreciendo a la propia familia. Tal hecho se observó al interior del PRD con mucho cuidado y dejó un mal sabor de boca en buena parte de la militancia.

Para 2016, corregidas y aumentadas, las proyecciones de una candidatura morenista de Víctor Quintana prácticamente alcanzaban el cien por ciento de la militancia y una sustancial franja de la opinión pública y en medios. Ahí cruzó el Rubicón e hinchó sus velas y se fue a navegar con el PAN y la candidatura de Javier Corral. Adujo patologías que luego sanaron o simplemente no fueron obstáculo para ocupar un cargo público en el gobierno de Corral, en el que aún figura en la nómina. En MORENA se dio el quiebre con él, luego vino una expulsión decretada por el órgano jurisdiccional interno.

Esto me hace pensar que habría una ambigüedad abismal, en la lógica del periodista Froylán Castañeda, al apreciar las posibilidades de una presunta candidatura quintanista por MORENA. Estaríamos ante un escenario en el que esa postulación emergería de adentro de un gobierno que hace armas contra la Cuatroté. 

Habrá utilitarismo, pragmatismo, oportunismo, migraciones partidarias y todo lo que se pueda pensar al respecto, pero no encuentro ninguna lógica que me explique esto. Al menos que, en efecto, en este país o en Chihuahua la lógica sea que no hay ninguna lógica. 

Lo de la edad ya está solventado, lo rige la Constitución General de la República; de tal manera que si ese fuese el obstáculo, realmente no hay dique alguno que sortear.