Sergio González Moken o “Moken a secas”, como le gusta denominarse, publicó en varios diarios un desplegado a plana completa a efecto de refrescar la memoria de un atraco electoral del que se dice víctima. Está en su derecho. Aprovechó para hacerse escuchar por la señora Polevnsky que estuvo de paso para congregarse con Carlos Tena, el presidente bien ensombrerado. 

El desplegado de Morena está diseñado para resaltar su contenido y llamar la atención. Buen diseñador el que lo hizo. Donde tropieza es en su contenido, al menos en dos aspectos: se pone a la altura de la épica y casi alcanza la epopeya cuando habla de sí mismo como si hubiera realizado los trabajos de Hércules. Está lejos de eso y su historia lo señala con índice de fuego por duartista y acompañante del siempre gestoso Serrano con el que Duarte se quiso prolongar en su reinado. 

A esto sumo que habla, o sugiere, que fue víctima de una traición; pero aquí la épica se decantó simplemente por una mala lírica: no hay traición si no se dan los nombres de los traidores, los cuales él se guardó en lo más recóndito de su memoria. 

En la era de los desplegados es natural que aparezcan estas voces.