No será un duelo como el de Pablo Ochoa y Luis Díaz Couder, que privó la vida al primero; tampoco como el que llevó a la muerte a Santiago Sierra Méndez a manos de Irineo Paz, personajes de linaje distinguido, pues de estos últimos el primero fue hermano de Don Justo, y el segundo abuelo de Octavio. 

Esos fueron combates entre dos personas que se habían desafiado y retado previamente. Tampoco será un duelo de caricatura entre Sam Bigotes y Bugs Bunny o Don Gato contra Matute, pero de que será duelo, será. Está cantado, se anunció, se buscan lujosas cajas con las armas del caso, y desde luego padrinos. Puede ser que se elija el Código de Honor francés, o incluso uno más rigorista. Dos chihuahuenses con historia se van a enfrentar. 

Disputarán por el honor de la patria, más que por una restauración personal. Como la afrenta ha producido una mancha mayor, es probable que los padrinos quieran luchar entre sí. Seguramente en una calurosa mañana y a la hora del amanecer.

Los duelistas están por pactar si el desenlace se provocará al primer torrente de sangre, de la cantidad que sea, a muerte, o simplemente vindicativo de los valores en disputa. De acuerdo a la vieja usanza puede ser, también, que el encuentro sea decretorio con la simple muerte de uno, pero pueden ser dos o más decesos, o reducirse a lo propugnatorio para defender el honor y en menor grado encontrar una satisfacción a una disputa previa. 

Los padrinos habrán de procurar la satisfacción del que sufrió la ofensa, equilibrar al cien por ciento el poder de las armas y ser leales al encargo. Así corresponde a toda búsqueda denodada y a ultranza del honor y más cuando entraña el del país entero, aunque el país ni cuenta se dé.

De extracción ferrocarrilera uno, y con expertisse propia del barriobravo; el otro, con rancio linaje, aunque comprometido con faenas en los que los intereses de la sociedad se privilegian. En realidad no es la primera disputa que tienen, pero sí será la que los coloque frente a frente, lamentablemente con tiempo limitado, porque no se trata de la fantástica lucha libre en la que somos tan pródigos. 

Leonel Reyes Castro, mejor conocido como El Coco Reyes, apologista enlutado por la reciente muerte de El Perro Aguayo, y Javier Félix Muñoz, sin alías conocido, se enfrentarán con motivo del Plan Nacional de Desarrollo lopezobradorista, pero no únicamente, también estará en la lisa el tema de Carlos Manuel Urzúa Macías, y qué tanto es fifí neoliberal o progre auténtico. El primero hizo su tesis profesional sobre planeación; el segundo es defensor a ultranza de la Cuatroté. 

Pretenden que su fatal disputa sea en privado, o al menos con escasos testigos. La plebe exige máxima publicidad, reclama que esto no se lo puede perder.

Es cosa de los padrinos. Los duelistas se concentran en sus estudios y no tienen tiempo para estos detalles. Si por fortuna es padrino Luis Javier Valero Flores, es debido que aserte por un coliseo que abra puertas a todos los mirones, aunque no haya leones. No se admiten apuestas ni se pretende que la sangre llegue al Chuvíscar.