Mayra Aída Arróniz Ávila no perdió la oportunidad de ostentarse a la hora de protestar su nuevo cargo como magistrada del cuestionado Tribunal Administrativo. Se vistió de azul para esa gala. 

Se pensará que es pequeña cosa; en realidad revela cuestiones de fondo de su concepción de lo que es el Estado, el gobierno y sus instituciones. El mensaje es claro: la parcialidad con la que se presenta como diciendo: “ellos -los del PAN- me la dieron, a ellos –los del PAN– les voy a retribuir durante largos quince años”, en los cuales es imposible que el cargo no se convierta en una sinecura. 

Esta es una crítica a la cultura política, a la más pedestre cultura política. Al igual que la incursión dominical de Gustavo Sánchez Prieto, el famoso Padre Negris, vocero arquidiocesano de Ausencio Miranda Weckman, que con motivo del diferendo actual entre México y los Estados Unidos dijo prácticamente que en el primero nunca se deben obedecer órdenes de fuera del país. Lamentablemente eso no se escuchó ni en la alta jerarquía y menos en el Vaticano. 

Cosas simples de la vieja cultura política que no por pequeñas deben olvidarse.