Carlos Tena, el alcalde del municipio de Cuauhtémoc, aún no sabe qué cargo ocupa, cuóles son sus límites, cuáles sus facultades. Subió un peldaño en la escalera y ya padece el vértigo nefasto del micropoder.

Cree que camina entre aterciopeladas nubes y que no puede resbalar como lo hace a diario, en las pequeñas y en las grandes situaciones. Presuntuoso, artificialmente juguetón, asume que está muy por encima de todo y no se da cuenta que llegó a la alcaldía con un partido que se ha comprometido con un estilo diferente y que ha tiempo hartó a todos los círculos sociales de todos los confines de la república. 

Un día sí y otro también le afloran las contradicciones internas con sus propios correligionarios, en este caso con Carlos Loera De la Rosa, con quien tiene proyectos gubernamentales encontrados, porque el señor del sombrero sueña con ser gobernador cuando es evidente que no ha dado la talla para gobernar una comuna. 

Por otra parte, quiere convertirse en una especie de gobernador regional o mini súper delegado federal, acaudillando alcaldes a los que ve como sus muñecos o títeres. Se queja de que no respetan la autonomía municipal de Cuauhtémoc y quiere hacer lo mismo con aproximadamente 20 municipios donde gobiernan sus homólogos, sus iguales, sus pares, de donde se desprende que cuando él dice que “juntó y llevó a México a los munícipes”, prácticamente se está refiriendo en términos ganaderos a lo que pudiera ser una recua de vacas de su propiedad y su cortijo. 

Ignora, y no da el paso, que la Constitución permite figuras asociativas de municipios, prohibiendo más que todo la existencia de autoridades intermedias, pero esas asociaciones se dan entre iguales y con objetivos bien precisos. No son para cobijar ambiciones que sólo dicta la esquizofrenia, y como es natural, los primeros que la pagan son los llamados “periodistas incómodos”, los que no se pliegan ni a sus caprichos ni a sus ridiculeces, aparentando lo que no son: gente sencilla. 

Pues en ese afán de protagonismo enfermizo, Tena se llevó a su administración a políticos depredadores como Héctor Barraza, y usó bravuconadas cuando realmente lo que a él le pasa es que porta muy bien el mandil, como se ve en esta foto. 

Por último, debe saber que el maltrato al comunicador ciudadano Armando Chávez lo tenemos registrado toda una red ciudadana que estamos dispuestos a comprometer nuestra acción para una prevención eficaz y no se vaya a pasar de las agresiones de palabra a las de obra.