¡Qué diferencia! Durante el sexenio del primer gobierno panista en Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas hizo mejoras sustanciales a la Ciudad Deportiva, y hasta erigió un monumento a Fernando Foglio Miramontes, visible en la esquina de las calles Tecnológico y Pascual Orozco de la capital del estado. Bueno, hasta el inefable  Patricio Martínez García se ocupó de este importante espacio público que data de los años cuarenta del siglo pasado, y que es el centro preferido de miles de chihuahuenses para la recreación y el deporte.

En la época de Duarte, así empiezan los tiranos, se pretendió fijar cuotas a los usuarios y ahora, en el gobierno corralista, so pretexto de la austeridad, hay un recorte que golpea directamente y en especial a los usuarios de la tercera edad que han visto mermadas sus actividades. Resulta que hubo despidos en la plantilla de trabajadores, y en particular lo sufrió la maestra de baile Mabel García Pérez, la cual ocupaba su tiempo en favor de los adultos mayores en el Jardín del Abuelo.

Se trata de un agravio que se tiene que corregir. Mientras el gobernador Corral se aumenta el sueldo, a la instructora se le invitó a ser voluntaria. Se sabe que los beneficiarios de su servicio han llegado al extremo de expresar su voluntad de hacer el pago directo del sueldo. Ni así se ha allanado el camino para su regreso al puesto laboral, tan importante para quienes reciben sus servicios profesionales. El hecho es que el agravio subsiste y el perjuicio de los usuarios también. Al extremo de que el carácter público de las instalaciones de la Deportiva se han visto restringido, en un afán privatizador. 

Que quede claro: la Ciudad Deportiva es un espacio público, con profundo arraigo en la población, es el principal pulmón de la ciudad y lugar preferido para hombres y mujeres de todas las edades, y su uso y el apoyo público no se deben restringir por el gran perjuicio que se causa. 

La Deportiva.

Esto tendrá que corregirse por las buenas, porque racionalmente así debe ser, o como luego se dice, a fortiori, “abuelita”, en este caso por tratarse de gente de la tercera edad.

Contrasta con la estupidez que hay en todo esto, que Javier Corral emplee las instalaciones, en particular las canchas de tenis, como si fueran de su uso particular, con una nube de guaruras y desde luego con sus perritos. Seguramente tiene derecho, al igual que los abuelos y abuelas a los que ahora se les lesiona con una austeridad pésimamente entendida. Pero todos coludos o todos rabones. 

Corral puede disfrutar con sus amigos del Campestre, el San Francisco, jugar Golf con los potentados, mover a los caddies a placer, brindar con buenos jaiboles, pero eso no lo legitima para golpear el más democrático de los espacios de la ciudad de Chihuahua. 

No creo que los agraviados se vayan a dejar. Seguro estoy.