La Confederación Sindical Internacional expulsó a la CTM y a la CROC de su seno. Pierden una membresía importante que durante mucho tiempo se aprovechaba, por el corporativismo mexicano de corte priísta, como un escaparate para presumir una pluralidad y democracia inexistente al interior de los sindicatos mexicanos. Ahora tendrán un poder disminuido, cuando lo necesario es que se extingan esas cárceles sociales y se libere la fuerza de los asalariados en dirección a la autonomía tan necesaria para que por sí mismos los trabajadores defiendan y gestionen sus derechos. Lo que no ha sucedido en mucho tiempo. 

Tanto Carlos Aceves del Olmo –sucesor del sucesor de Fidel Velázquez– como Isaías González Cuevas están de luto. 

Se les van a acabar los contratos de protección que firmaron a espaldas de los trabajadores y traficando sus intereses.

La CTM en los años 30.

La Confederación Sindical Internacional, según varias agencias informativas, afirmó que “dichas organizaciones (CTM y CROC) continúan realizando acciones contrarias a los principios y valores de los trabajadores”. Se busca, acertadamente, “reforzar el poder de los trabajadores y trabajadoras: cambiar las reglas”. 

Puede ser que esto tenga un peso simbólico, mientras aquí, en territorio nacional, no se ponga remedio al abuso del corporativismo. Sin embargo, se dio un paso muy importante. En todo el mundo el modelo neoliberal cruje, ya no se sostiene por todas las calamidades que ha prodigado, sembrando explotación y hambre. En el caso particular de México, control férreo sobre los trabajadores, aniquilación de la contratación colectiva real, libertad y autonomía sindicales y salarios, pensiones y jubilaciones miserables.

Aquí en Chihuahua el emblema de este sindicalismo gangsteril y espurio se llama Jorge Doroteo Zapata García. Lástima de nombres y apellidos.