Manuel Bartlett Díaz se puede considerar, sin ápice de duda, como enemigo de la sociedad. Sus agravios son muchos y están registrados en los anales de la historia contemporánea de México. En la escala nacional, y como secretario de Gobernación, participó en el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, que hizo girar a México hacia la órbita imperial del neoliberalismo. En su bitácora de trabajo se apuntan fraudes electorales que aún duelen, homicidios por ejecución perpetrados contra disidentes; y no pretendo agrandar la lista, hay un par de años que lo condenan: 1986 y 1988, éste último año del inicio de la usurpación de Carlos Salinas de Gortari. Aquí en Chihuahua dejó un historial que es pertinente subrayar.

En 1983, frente a un levantamiento cívico electoral, fue el que alzó las banderas de la razón de partido y de Estado para atropellar a los chihuahuenses. Entre los años 1983 y 1985 fraguó la caída de Óscar Ornelas del gobierno del estado. Se convirtió en el gobernador de Chihuahua a través de Saul González Herrera, que fue el hombre de paja que encabezaba la institución y toleraba como copartícipe del fraude de 1986; robó la gubernatura a Francisco Barrio Terrazas en una elección absolutamente sucia, por medio de la cual se hizo gobernador Fernando Baeza Meléndez. Es una historia con hechos duros e irrebatibles.

Con menos visibilidad, por aquellos años los trabajadores de Aceros de Chihuahua sostuvieron una heroica huelga, y después de ser reprimidos el primero de mayo de 1986, se les orilló a una entrevista con Bartlett Díaz en la Ciudad de México. Al llegar, nos dijeron que no nos recibiría él, que había nombrado al sonorense Elías Calles para que lo representara. Expusimos las razones de la huelga, dijimos que no se podía privar injustamente de sus derechos a un millar de trabajadores. Calles, actuando por instrucciones de su jefe Bartlett, nos dijo que seguir en los empeños huelguísticos traería más represión y que a él no lo conmovían las carencias de las familias de los trabajadores y, con rostro de vampiro, le espetó a la comisión: “si ya nos chingamos a todos los mexicanos con el precio del maíz, qué más da”. Se levantó a la vez que una puerta bien disimulada en la pared –parecía la pared misma– se abrió para dar paso a su retirada.

Hoy, aquel Manuel Bartlett Díaz se apresta a levantarse como alto funcionario de la república, como director de la Comisión Federal de Electricidad. No cabe duda que en México sí hay lo que el venezolano Teodoro Petkoff llama “izquierda borbónica”: ni aprende ni olvida.