bejarano2-1abr2014

Ayer estuvo en Chihuahua René Bejarano, líder de la tribu perredista Izquierda Democrática Nacional (IDN). Lo recibieron El Chero, Luis Acosta Corral y su hija, la regidora pri-perredista, Brenda Acosta. También El Chunel, Jesús Manuel Márquez Sotelo, presidente estatal impuesto por El Eti Barraza. No es casual que como en las mafias los remoquetes u apodos menudeen al interior de este PRD. El malafamado político recorre el país “apoyando” a Cuauhtémoc Cárdenas para la presidencia nacional del partido y, a la vez, preconizando una campaña denominada “#SíHayDeOtra”, con la que se supone se traza un deslinde con la vía compartida para México por el dueto partidario PRI-PAN. A Bejarano lo persigue como obstinado fantasma su propia historia, y particularmente la imagen introyectada en la conciencia de millones de mexicanos apilando en un veliz una buena cantidad de dinero y con precisión de cirujano hasta las ligas que lo ataban, muy conocidas en los manojos de billetes. Es una historia que no la puede lavar nada, por más que él insista que en un racimo de juicios penales fue exonerado, que no cometió delito, que vive modestamente (lo cual a resumidas cuentas no significa nada), que no busca puestos públicos; y como contrapartida a esto, que sus afanes de hoy se consagran al “trabajo para mejorar el nivel de vida de la gente”.

En un país ayuno de sólida legislación anticorrupción y jueces abocados auténticamente a aplicarla, es lógico concluir que haya sentencias absolutorias para quienes transgreden, desde una posición política, las instituciones que la Constitución ha establecido para su beneficio. Cómo explicar, por parte de Bejarano, la acción de empaquetar dinero, entregado por Carlos Ahumada, como se le vio en la televisión. En contenido y forma eso significa lisa y llanamente corrupción política y no disminuye para nada la responsabilidad –mucho menos la borra– la pretendida explicación de que se quería “golpetear” a López Obrador, con miras a la elección de 2006. René Bejarano no era un simple mensajero, ni un cobrador de impuestos, ni estaba realizando cobranza legítima alguna: recibía dinero negro, y si a la luz de la ley y las sentencias de los jueces eso no es un delito, simple y llanamente se trata de una infamia más para construir intocables en este país. Pero la falta de ética, la transgresión a los principios declarados del PRD, son cosas que se tasan con otra vara, en principio más rigorista, aunque el PRD sea una casa tan grande, tan grande y tan permisiva que recoge, de nuevo, en su seno, a quienes le han hecho tan grave e inolvidable daño. Por eso, en la insignificante escala que el PRD tiene en Chihuahua, es que sea recibido por El Chero, un político del PRI que ocupa un cargo directivo en esta región para la mayor evidencia de un naufragio político del que forman parte Héctor Barraza y Hortensia Aragón, que vendieron por cargos públicos un partido cuyas posiciones de izquierda se extrañan ante el autoritarismo galopante que se vive acá.

Soy de los que piensa que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas sí representa, bajo ciertas circunstancias abiertamente expuestas y comprometidas, la posibilidad de hacer algo por el PRD en la república. Pero también soy de los que sostiene que con personajes de esta ralea la credibilidad de su candidatura se pone en riesgo, no necesariamente al interior del partido, pero sí ante el grueso de la sociedad que no ha olvidado que el PRD surgió para ser un instrumento en manos de los ciudadanos, no de partidócratas del tipo de Bejarano al que, donde se pare, a donde vaya, tiene que estar dando explicaciones que no convencen a nadie. Por eso, las miserias que bienexhiben las fotos periodísticas: Bejarano al lado de El Chero, El Chero al lado de su hija, la regidora. Sí hay de otra; cuando la haya: Bejarano no estará ahí.