En este tiempo de canallas, Duarte sigue vendiendo una mercancía llamada piedad con la que quiere lavarse la cara. Tarea más difícil que las presas que prometió construir y los ríos que iba a desviar para hacer de Chihuahua un vergel. Esto, desde luego en los tiempos que engañó con hercúleas promesas. Esquizoide a ratos, mentiroso siempre, pugnaz sistemático y ahora revanchista. En el momento más cálido de la lucha de Unión Ciudadana contra su cacicazgo, nos dijo “nos vemos a la salida”, dando muestra de que la bravuconería no desaparece en boca de los políticos. Y de excesos estamos hasta la médula y ya no nos sorprende ver en el periódico de cuyo nombre no quiero acordarme, entrevistas como la de hoy (primera de dos partes), a cargo de Jaime Álvarez Jiménez, que data su texto en la Casa de Gobierno de Chihuahua, quizá con el afán de introducir de contrabando que se trata del Palacio de Versalles, la Casa Blanca (la real), o el legendario Kremlin de aquí de la Nueva Vizcaya. ¡Entre malos periodistas te veas!

Como todo trabajo de encargo, este se dispuso atendiendo el menú de un hombre caído en desgracia, pero todavía con suficientes recursos para pagar con dinero público este tipo de excesos demenciales. Vea usted qué tipo de ejercicio periodístico, pedestre y depredador de conciencias: la primera pregunta se formuló así: “Como siempre, será plática sin números, pues esos los vemos en los spots…”. O sea, que lo que se supone un género para informar desde el cuestionamiento, se pervierte en insustancial plática que eleva a rango de información la publicidad pagada, como eso de hablar de doscientos colegios de bachilleres. Pero en realidad no tiene caso, ni pertinencia coyuntural, ocuparnos del formato sobradamente conocido en las entrevistas de este medio a este tipo de políticos.

Duarte continúa en la rijosidad quizá porque aún trabaje en la dirección de heredarnos un sucesor pelele y aun peligrosísimo para Chihuahua, si nos referimos al mafioso Enrique Serrano, que ya dilapida dinero por todos lados, dinero que, dicho sea de paso, o es de origen público o producto del lavado del dinero. Duarte se olvida de que en esto de la rendición de cuentas hechos son amores y no buenas razones, y que tratándose de la deuda o del desvío de 3 mil millones que le imputa a José Reyes Baeza, no habrá nada si no se ejercitan las acciones que conforme a la ley, administrativas, civiles o penales, están abiertas para acabar concluyendo con una verdad razonable.

Cuando se toca el tema de que se ha solicitado un juicio político en su contra, el cacique contesta: “Ya no hallan qué hacer”, cuando es evidente que el que está en esa circunstancia es precisamente él, que no ha explicado el gran racimo de acusaciones que pesan en su contra, las incógnitas que deja su reciente accidente, su situación médica y la suspensión del informe de gobierno, más que todo porque se iba a ver en una soledad política que se anunció cuando la gobernadora de Sonora lo dejó con los brazos abiertos y un beso de mejilla fallido.

Pero aquí viene lo más grave, donde se advierte a un cacique al cien por ciento y la ausencia absoluta de un hombre de Estado: a sus oponentes les está recordando que existe “la revancha”, les dice: “también hay revancha (…), el que se ríe se lleva y el que se lleva se aguanta”. Ningún funcionario, sujeto a facultades expresas y limitadas puede tratar de esta manera a los ciudadanos, a la población que está bajo su gobierno, porque está diciendo simple y llanamente que cuando está atrincherado en un cargo público se da a las más bajas pasiones que concreta en reyertas, y cuando no lo tiene, o no lo tenga, a la ruindad de la agresión que recuerda a las vendettas y la venganza privada. Prácticas muy propias del preludio priísta que Martín Luis Guzmán describe en su estupenda novela La sombra del caudillo. En lugar de las palabras, las pistolas. ¿Acaso Duarte ya tiene un grupo de delincuentes para hacerse justicia por propia mano? Esto es de la mayor gravedad y aparece hoy en la entrevista a que me vengo refiriendo.

En el momento culmen de la entrevista, cuando el periodista, en acuerdo previo con el entrevistado, le quiere poner suspenso a lo Hitchcock, casi casi para que destape al sucesor, las cosas se decantan por la nada importante pregunta de si le gustaría ser abuelo; y obviamente si de una niña o niño, que por cierto ya tendría asegurado su futuro con la fortuna hecha en base a la corrupción política.

¿Tienen sentido estas entrevistas, más allá de jugar un papel subsidiario en la prensa local? No, si pensamos al periodismo en serio, porque aquí de lo que se trata es de hacer sentir al que paga que todavía las puede. Pero más allá de esto hay amenazas y chantajes. Lo dicho, el que pide la revancha es que ya perdió; cuando menos así se estila en el box, y no se diga en el ajedrez y el dominó. Bien dicen los buenos cazadores de jabalí: cuando la presa está herida, es el momento de mayor peligro y mayor riesgo.

 

 

Luis Ramón Hernández Garrido, otro abogado ejecutado

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A la larga lista de abogados asesinados en Chihuahua, se suma el homicidio perpetrado el día de ayer en las calles de Venustiano Carranza y Mina de esta ciudad capital. Ya es en vano pedir que esto se esclarezca y que deje de suceder. El gobierno de Chihuahua ni siquiera le da audiencia a quienes pretenden plantearle la urgencia de atención que hay en la escandalosa cifra que ha hecho pública una agrupación local de abogados, encabezada por Óscar Castrejón.

Al margen, y para dar a conocer que todo esto se maneja mediáticamente a través boletines de prensa que luego la mayoría de los periódicos replican, ponemos el grotesco ejemplo del portal digital tiempo.com del “erudito” Felipe Fierro. Va: la nota dice en una de sus partes: “La víctima a quien identificaron como Luis Ramón Hernández Garrido de 63 años de edad, resultó con heridas en la cabeza que le causaron la muerte inmediata…” y al final concluye: “Por último, personal de SEMEFO levantó el cuerpo del hombre a quien todavía no identifican, lo llevaron a las instalaciones del C-4 para la necropsia de ley”.