chih-pobreza2-31jul2015

Acostumbrado el cacique mayor a pagar caro literalmente por sus palabras y utilizar a los medios para tratar de convencer a la gente de que Chihuahua es primero en todo, ahora la modalidad empleada es contrarrestar los números rojos que se ciernen sobre el estado y que echan abajo los cosméticos logros que sólo una prensa lisonjera y bienpagada divulga sin el mayor cuestionamiento. El turno del desprecio –temporal– duartista le tocó al CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), un organismo descentralizado de la federación que se encarga de decirnos con cierta regularidad cómo andamos en eso de la distribución de la riqueza, o si lo quiere ver así, de la administración de la pobreza.

Pues resulta que a Duarte no le gustó que Gonzalo Hernandez, secretario ejecutivo del CONEVAL ande divulgando a los cuatro vientos que a Chihuahua no le va muy bien en ese rubro. Duarte se le lanzó a la yugular y, extrañado, afirmó que el resultado de CONEVAL es contradictorio: “si cuando había sequía, teníamos violencia prolongada, había desempleo, tuvimos según el Coneval casi 100 mil chihuahuenses menos en extrema pobreza; ahora que ha llovido, ahora que se ha elevado el empleo, que la ganadería está pujante y que la actividad minera tiene mucho mejor ingreso, naturalmente que es distinto la expresión y sobre todo cuando nos señalan dos rubros, educación y salud”.

El CONEVAL indicó hace unos días que Chihuahua es uno de los cinco estados en donde más aumentó la pobreza extrema, la cual marca un crecimiento en la entidad del 1.6 por ciento; también que en el 2013 se estimaba que el 3.8 por ciento de la población vivía bajo condiciones extremas y en el 2014 ese porcentaje cerró en 5.4 por ciento de la población, lo que significa que en la entidad hay un total de 183 mil 949 personas viven en pobreza extrema.

Los resultados, en realidad, son una reiteración de las cifras que el mismo Gonzalo Hernández había adelantado en febrero de este año, sólo que recientemente se apoyó en el organismo denominado Obervatorio México para revelar el informe en mención. Entonces, el funcionario del CONEVAL consideró si bien en Chihuahua hubo mejoras salariales, “no son todo color de rosa para Chihuahua y que se encuentran rubros en los que se tiene que trabajar a fondo, puesto que históricamente, el 90 por ciento de sus habitantes viven en situación de pobreza”. Hernández subrayó que “a pesar de los esfuerzos, todavía hay tarea por realizar: en municipios como Chihuahua y Delicias existe pobreza de alrededor de 20 por ciento en su población, mientras que en Batopilas llega al 90 por ciento”. ¡Sopas!

Esa vez Duarte reaccionó más moderado, quizá porque se trató de un evento de Desarrollo Social en el Palacio de Gobierno, y convino que la apuesta a la educación, mejoraría las percepciones salariales de las próximas generaciones. Ahora, la escamada que se da el cacique en realidad es, como ya es su costumbre, una exageración, pues el manejo de la información oficial tiene matices peñanietistas: es decir, el CONEVAL afirma que sí hay pobreza, pero no extrema; o sea que sí somos pobres pero no tanto. El berrinche de César Duarte más bien está relacionada con su costumbre querer colocarse en la punta de la lanza.

Hasta el alcalde Javier Garfio, otro al que le gusta enmendarle la plana a su jefe (en su intento lleva el yerro) salió a la palestra, buscó meter sus narices y le salió por la culata. El titiretillo de Chihuahua se salió por la tangente y en ese afán por defender a su jefe hasta terminó enredado, como también es su costumbre. Garfio dijo a los medios que él personalmente “no percibía la pobreza en Chihuahua” y que “en todo caso, la pobreza tiene que ver con el fraude que se comete por parte de vivales que se aprovechan de la necesidad de tener un sitio donde vivir”. Se refiere a que, según él, hay “muchos ciudadanos” que compraron terrenos para construir sus viviendas en 45 mil pesos, pero sin ningún tipo de servicio público. Eso, señaló, “lamentablemente es un fraude y muchas familias caen en ese tipo de fraudes porque están pagando una cifra considerable por un terreno que carece de servicios y luego tiene que esperar a que el Ayuntamiento le lleve los servicios básicos”.

Dos cosas para Garfio: en primer lugar, los resultados de CONEVAL, son –deben ser– producto de una investigación científica, estadística y no un asunto de percepciones; en segundo lugar, ¿por qué si sabe que hay defraudadores de tierras en Chihuahua no los denuncia?, ¿o qué tipo de percepciones estará esperando?

Extrañamente hasta el obispo Miguel Ortega, vocero de la arquidiócesis, intervino, y hay que decir que, por ahora, fue razonable y contundente en un tema que todo mundo observa, menos Duarte y Garfio. Dijo el prelado: “El modelo económico desde luego que está mal, ahorita la riqueza está en manos de unos cuantos, es por ello que la pobreza cada vez crece más y más. La postura de la iglesia es que haya una repartición de bienes, ya que son de todos, no de alguien en particular”. Dudo que en realidad, como dice el vocero eclesiástico, esa sea la postura de la iglesia en general. Ojalá que esta opinión refresque los oídos de Constancio Miranda Weckmann, uno de los defensores pasivos de Duarte y su guía a la hora de la “consagración” del cacique, que anda negando, como Pedro, lo que tenemos en Chihuahua.