Cuando César Duarte aún estaba bajo las sensaciones de haber ocupado una tribuna giratoria para rendir un informe, se llegó al extremo de calificar a los ceresos de hoteles de cuatro estrellas. Diplomas comprados dentro y fuera del país casi hicieron de los centro de readaptación social (adviértase la contradicción con la prisión vitalicia) la joya de la corona de la caricatura de imperio que se trató de montar en Chihuahua a partir de octubre de 2010. Ahora, con el homicidio en cautiverio del afamado Wicked –José Enrique Jiménez Zavala– no encuentran la forma de endulzar una realidad amarga. De una parte porque los ceresos nunca han sido lo que nos dicen Duarte-González Nicolás-Guerrero, pues en realidad privan todas y cada una de las viejas corruptelas que caracterizan el sistema carcelario y que no viene al caso recapitular porque el reciente homicidio exhibe muy bien lo que existe, lo tangible, lo que da lugar a la ejecución de un recluso donde jamás pudo haber tal ejecución.
Eduardo Guerrero Durán, fiscal de Ejecución de Penas y Medidas Cautelares, nos viene ahora con la perogrullada de que “el Cereso es una institución penitenciaria, no un convento de monjas”, dando muestras, de paso, de un sexismo aberrante, cuando menos porque los involucrados, en todo caso, serían varones monjes y probablemente él el padre prior. En efecto, si fuera un convento habría una autodisciplina asumida por los cartujos, pero el hecho demuestra la evasión del contenido real del problema. Si es una penitenciaría, si es de alta seguridad, si se trata de uno de los reclusos más importantes, entonces debió haber demostrado con hechos que estas cosas no podían suscitarse y mucho menos el alud de mentiras y contradicciones en que han caído.
El periodista Javier Valero publica hoy un texto en El Diario de Chihuahua recurriendo a la poderosa arma del escepticismo metódico. Pero él no sólo es periodista, también es médico y eso le da relevancia a sus afirmaciones que quiero reproducir en las partes medulares:
1. ¿Cómo le dio un infarto (a El Wicked) si ya tenía un paro cardiorrespiratorio? ¿Cómo son los infartos en personas que tuvieron un paro de tales características, sobre todo los consecutivos a fracturas de la primera y la segunda vértebras cervicales, las que contienen el bulbo raquídeo, lugar en donde se encuentra el centro cardiorrespiratorio?
2. De la versión del fiscal general en el sentido de que el médico legista indicó como causa de muerte de Jiménez Zavala el estrangulamiento (que el “paro respiratorio fue producido por la suspensión del flujo de aire”), Valero se cuestiona: Ahora resulta que el paro respiratorio fue por la falta de aire. ¿Entonces estaba morado por la falta de oxígeno? Y si lo estrangularon, ¿por qué el médico legista no informó que el cuerpo de Jiménez mostraba las típicas huellas en el cuello, consecuentes con el estrangulamiento?
3. Y ya en el terreno de la corrupción política, Valero concluye: El cúmulo de contradicciones, tanto de las declaraciones de los funcionarios de la Fiscalía como de sus comunicados, sólo nos llevan a sospechar que se pretende ocultar que el asesinato de El Wicked fue una acción concertada, con participación de parte del personal del penal, como de algunos de los mandos de éste; en el diseño y toma de decisiones de gente ajena al susodicho penal.
¿Qué ha dicho Eduardo Guerrero en torno a la ejecución de El Wicked? Si nos colocamos en el ámbito del deber, la verdad sin más, ya que es un funcionario público sujeto a responsabilidades y quizá en el ámbito del hacer, renunciar al cargo en el que ha fracasado, tal vez no bajo el metro del negocio personal pero sí bajo los parámetros a que obedece la función pública. Guerrero –socio, cómplice, protegido de César Duarte– trata de enmarañar el tema. Pero no solo, para darle una oscuridad y complejidad que lo hagan inaccesible al común de los ciudadanos, sino está diseñando la versión que se agotará en la existencia de otro(s) chivo(s) expiatorio(s). No se puede permitir que se continúe mintiendo, menos cuando en nuestro estado hay un Cereso en el que se pueden obtener permisos para matar, para ejecutar.
Tiene razón el periodista Valero: el fiscal general y el de Ejecución de Penas, mínimo debieran estar lejos de sus cargos. Lo digo de manera más castiza: despedidos y sujetos a la investigación penal correspondiente. Pero en un gobierno corrupto eso es como pedir peras al olmo, y más en invierno. Los socios son para protegerse.