Las épocas navideñas despiertan en muchos sentimientos de cariño y afectos muy diversos. Es temporada de ofrecer regalos, cada quien de acuerdo a sus posibilidades. Pero cuando se administra y se tienen a la mano los bienes públicos, entonces las tentaciones y el ingenio para disponer de ellos encienden las más increíbles de las astucias. Véase por ejemplo lo que pasó en Ciudad Juárez en estas tiernas fechas.
En el Parque Central de la ciudad fronteriza hay un área de animales, un estanque con diversas aves. Destacaban por su especial pico, o cuello quizás, unos patos conocidos por la gente como “patos de pico verde”; otros los llaman “patos canadienses”. De aves yo se poco, pero que esta especie llamaba la atención no me cabe duda, yo mismo fui testigo de la atención que los niños ponían a tan especial característica. Y bien, para salir de congojas y estimulado por ofrecer a su señor gobernador César Duarte un regalo peculiar y así distinguirse entre los muchos otros, el presidente municipal Enrique Serrano tuvo esta ocurrencia: ordenó que alistaran a los “patos de pico verde” para un viaje muy especial, y así fue. ¿Sabe usted a dónde fueron a parar? Pues sí, los regaló al cacique y ahora nadan en el rancho del cacique. Desconozco cuántos patos «volaron” hacia el sur del Estado, pero siempre existe el recurso de preguntarle al alcalde. Así son las cosas, la desmesura de los gobernantes no tiene límites y el saqueo llega incluso hasta el menor estanque de la ciudad.
Los patos, por supuesto, están felices porque, aun entre aves, hay distinciones, pues no es lo mismo chapotear en un parque público que nadar en las tranquilas aguas de las propiedades del gobernador del Estado. También entre los animales de plumaje hay diferencias sociales. ¡Ah, qué Serrano, cuánto ingenio, cuánto abuso!