La titular del Juzgado Federal Segundo de Distrito en el estado, decidió reanudar sus labores, lo que afecta al paro judicial que hemos visto todos los mexicanos como una clara resistencia a la reforma judicial del obradorismo, apoyada sin cortapisas por la presidenta de la república.

El conflicto político y constitucional que se ha desplegado a lo largo de los últimos meses está lejos de concluir y será como la permanente piedra en el zapato del sexenio actual y en particular del predominio  morenista en el aparato legislativo del país.

Quien crea que este conflicto ya alcanzó su marea más alta, está equivocado, todo  esto va para rato e impone el deber de conducirse con tiento y con cautela, y siempre con apego a una ética política de la responsabilidad, hoy ausente en la escena del poder y sus relaciones con los ciudadanos.

Bajo esas premisas, la actitud asumida por la jueza Zúñiga Rosa no tan solo denota cierta rigidez sino también una actitud poco solidaria y típica del esquirol por hacer un contraste con quienes resisten y que son sus propios compañeros de trabajo, o sus pares, o sus superiores jerárquicos. Se dice por la jueza “que el acceso a la justicia es el corazón de la reforma que nos toca cuidar; no se puede obstaculizar el acceso a la justicia.”

Pero más allá de esto, es claro que la justicia federal no puede continuar como hasta ahora, como claro lo es que la reforma aprobada tampoco resolverá la cercanía de una justicia como la que se reclama en México.

No dudo que la jueza tenga argumentos o que parta de premisas justas y aun pertinentes, pero, jugar el rol del esquirol siempre será detestable.