Con información precaria, se sabe que esta madrugada el agricultor Andrés Valles Valles fue detenido. Se trata del líder que se involucró de manera fuerte en la defensa del agua de la cuenca del Conchos y, en particular, del Módulo 4 de riego.

Corren versiones de que se le responsabiliza del incendio del edificio Lerdo de Tejada de la Ciudad de Delicias, albergue de oficinas públicas, y desde luego las de CONAGUA. Se dice que contaba con un amparo en su favor, mas no si fue violentado ese recurso en lo que le favoreciera.

Hasta este momento no se tiene mayor información, pero son de subrayar varias circunstancias que tornan grave esta detención.

Andres Valles Valles, conjuntamente con los tres presos de La Cruz, Chihuahua, pasa a ser el cuarto preso político con motivo del conflicto de las presas. Sea cual sea la imputación que se le practique, no se podrá desconocer la naturaleza política y la defensa de los recursos hídricos por los que él lucho, y que además lo hizo con conocimiento de causa y valentía.

Será, llegado el caso, un juicio muy importante porque su cautiverio y probable procesamiento no se puede desentender de una lucha social tan significativa como la que hay por el recurso natural.

Eso en primer lugar, en segundo, resaltar la comodidad en la que se encuentran los líderes que se exhiben cuidadosamente o que tienen fuero, o que tiran la piedra y esconden la mano. En esto encontramos a priístas y panistas por igual, que hoy se regodean únicamente por su triunfo electoral de este año en la persona de María Eugenia Campos Galván e innumerables cómplices del gobierno duartista.

Al último, pero de ninguna manera al final, viene una pregunta: ¿María Eugenia Campos Galván dio dinero, seguramente no de su pecunio, para alentar esta causa? Es un hecho que se benefició de ella, va a ser gobernadora, mientras en los juzgados y en las prisiones están los que sólo formaron parte de la infantería en este tinglado.

Una cosa es cierta: el PAN nunca va a estar, consecuentemente, a favor de ninguna causa popular, son de la engreída élite privilegiada.