Los mexicanos no hemos vivido el totalitarismo. Ojalá nunca nos azote un cáncer de esa malignidad. Sabemos del totalitarismo por la historia, por quienes lo han abordado desde la perspectiva de la cultura y la política, por el testimonio siempre desgarrador de quienes lo padecieron.

Les dejo aquí dos pensamientos de Czeslaw Milosz, gran ensayista, narrador y poeta, nacido en Lituania y muerto en Cracovia, ambos sitios enclavados en la esfera de poder soviético que además padecieron la cruel Segunda Guerra Mundial que se cebó con sus pueblos.

Milosz nos dejó una sugestiva obra, La mente cautiva, en la cual nos habla abundantemente de ese tema. Yo transcribiré lo que es el epígrafe del libro, contenida en una enseñanza de un viejo judío de Galizia y una idea sobre la democracia. Va lo primero, que aborda el poder de la libertad de pensar, discrepar y la tolerancia:

“Si dos se discuten, y uno de ellos tiene honestamente el cincuenta y cinco por ciento de razón, eso está muy bien y no hay motivo para pelearse. ¿Y si tiene el sesenta por ciento de razón? ¡Esto es fantástico, es una gran suerte y debería dar gracias a Dios! ¿Y qué diríamos si tuviera el setenta y cinco por ciento de razón? La gente sabia diría que esto es muy sospechoso. ¿Y si fuera el cien por cien? Quien diga que tiene el cien por cien de razón es una mala bestia, un saqueador repugnante, el mayor de los canallas”.

Aquí el pensamiento sobre la democracia:

“Los americanos comparan la democracia con una torpe balsa en la que cada uno rema en una dirección diferente. Hay un gran griterío, todos se insultan mutuamente, y no es nada fácil conseguir que todos remen en una sola dirección. En comparación con la balsa, la galera de un Estado totalitario se presenta de manera esplendorosa. Pero muchas veces ocurre que allí donde se estrella un rápido navío totalitario, puede pasar una torpe balsa”.

En momentos aciagos y de profunda crisis política y espiritual, fortifica leer, meditar, reflexionar sobre todo esto, y nos ayuda a pensar por cuenta propia.