“Fue un préstamo personal que me hizo César Duarte”, dice Hortensia Aragón Castillo, pretendiendo descargar el peso de la corrupción política de la que fue cómplice durante la tiranía del gobernador priísta detenido en Miami. Dejó de lado que todos los préstamos y contratos de mutuo, conforme al derecho civil, son personales; pero ese no es el tema, por más que a la señora Aragón Castillo le parezca un estupendo argumento para sacarle al bulto. 

Se desentiende –algo que nunca le importó– de la ética política sustentada en una izquierda a la que permanentemente traicionó y que empleó como escalera para proyectos de poder personales que fructificaron generosamente en el PRD, que ahora está postrado por el paciente trabajo de destrucción del tipo del que emprendió la exdiputada al lado de otros perredistas locales como Pável Aguilar o Héctor Barraza. 

“Préstamo”, y nada raro: el prestamista era el tiránico gobernador, corrupto y corruptor; la beneficiaria era diputada, y los fondos, del erario. Júzguelo usted, quien esto lee, a la luz de los criterios usuales en estas operaciones, y no olvide considerar que fue un préstamo sin intereses, de esos que ningún banco realiza y menos un usurero. A esto se le llama, aquí y en todo el mundo, corrupción, delito, conducta antijurídica, cinismo, putrefacción política, pero para la “excomunista” se trata de un bondadoso favor del tirano que apoyó. Algo así como un ogro filantrópico, diría Octavio Paz. 

Y lo que son las cosas: sólo hasta ahora nos enteramos de su disposición a pagar, a regresar lo robado, porque si la lucha anticorrupción no se hubiera abierto en Chihuahua a partir de septiembre de 2014, en la contabilidad de la cínica Hortensia, eso simplemente sería una anotación hecha por su tenedor de libros. 

El cinismo es mayor cuando invoca a su familia, a sus hijos, en los que debió pensar cuando traicionó la causa que de los dientes para afuera dijo sostener, y no ahora, que el asunto llega a los tribunales. 

Pero lo de Hortensia es acomodarse: ahora nos dice que sí recibió el dinero, 2 millones de pesos, y que sus abogados se encargarán del caso, pero jamás hizo imputación a nadie. En otras palabras: lo que está expresando es para que María Eugenia Campos Galván, si llega a la silla gubernamental, lo tome muy en cuenta, máxime que cojea de la misma pata. 

En la “Sombra del Caudillo” de Martín Luis Guzmán, encontramos unas líneas que se le pueden aplicar muy bien a Aragón Castillo: “Soy sinvergüenza, pero sinvergüenza dotado de valor y voluntad”. Por eso recibí el préstamo y, claro, lo pagaré, porque fue personal, dice Aragón. Vaya cinismo.

[A continuación haga click aquí para escuchar la entrevista a Hortensia Aragón y darse cuenta de que lo dicho en esta columna es poco para lo que se merece].