La candidata panista, María Eugenia Campos, hasta en sus relaciones con la prensa es de talante duartista, aparte de practicar una doble moral. Todavía no alcanza el poder y ya anhela medios de comunicación obsequiosos, frente a los cuales queda claro que aspira a ser intocable.

Esto se desprende de su amenaza contra Georgina Morett, directora de El Heraldo de Chihuahua. Se supone que la va a denunciar por daño moral, conjuntamente con ese periódico, por difundir lo que se ha dado en llamar “nómina secreta”, particularmente por dar a conocer recibos de las exhibiciones en dinero que recibía la panista durante su encargo como diputada local, a saber, de manos de Jaime Ramón Herrera Corral, el secretario de Hacienda y promotor bancario de César Duarte.

Maru Campos muestra dos cosas: por una parte continuar acrecentando su victimización con fines electorales, y de otra, su piel tan delgada para encarar a los medios que no le son afectos. Aquí cabe aclarar que con cargo al erario municipal se nutre bien a la prensa amiga, a la más vieja y pura usanza del mercadeo mediático que tanto explotó, precisamente, el huésped de una cárcel en Miami.

Su doble moral consiste en sostener de los dientes para afuera el respeto por las libertades, de expresión en este caso, y pretender agarrarse de la greña con la directora de un medio por el hecho de publicar unos recibos que le incriminan de corrupción política, peleándose con el mensajero pero pretendiendo soslayar el mensaje.

Dos cosas resaltan en esto: si se ejerciera la acción jurídica de “daño moral”, se estaría buscando un beneficio pecuniario a la hora de demostrarlo; la condición de mujer de la directora de El Heraldo le permitiría, eventualmente, acusar de violencia de género a la alcaldesa con licencia de Chihuahua, como lo ha hecho esta oportunistamente. No me las doy de profeta, pero puedo anticipar que esa denuncia nunca llegará a tribunales, y que, en tal caso, se arreglarían las nupcias entre la OEM y un gobierno panista.

Si por la víspera, los días. En el caso de que Maru Campos llegase a obtener la gubernatura, ya estaría anunciando en qué condición la mantendría. Signo ominoso para la libertad de prensa.