Con diversas versiones, los intereses creados de Chihuahua le apuestan a que todo continúe igual, al margen y en contra de las necesidades generales de la población, que estallarán el año que entra. Chihuahua es una caldera y la partidocracia podrida, junto a la clase política que la nutre, la están sometiendo a presión mayor de la que puede soportar. Es como una olla presto de la cocina sometida a fuegos que no resisten sus paredes.

En realidad no hay más alternativa que construir el poder ciudadano. Parece utópico, pero no lo es, y tampoco es tarea de un día, pero empieza por barrer al PRI y al PAN con todos sus satélites, y a MORENA, que ofreció un cambio de régimen y nos entregó las migajas del ejercicio del poder tal y como se hizo durante la era virreinal, el porfiriato y los decretos del PRIAN. Nos quieren dar vino agrio en obres viejos, y eso cualquiera que tenga dos dedos de frente lo entiende.

Pero los de arriba se empeñan en pasar la tormenta y salir indemnes para continuar lucrando con el dolor humano y la carencia de libertades. 

Para mí y el modesto equipo que me apoya, este día es el inicio de una profunda disidencia contra los poderosos del pasado y contra los actuales. No entiendo la política en este momento si no va acompañada de ponerse de pie, levantar la voz, endurecer los músculos, y en particular poner en claro que hoy no hay ninguna alternativa realmente democrática y mucho menos de izquierda. 

En el horizonte se levanta la posibilidad de ser libres, de hacer de Chihuahua un estado republicano autónomo, contra una visión avasallante que nos quiere convertir en siervos, carentes absolutamente de todo derecho, en especial el que tenemos de decidir quién y cómo ocupa el gobierno del estado.

Quizá las batallas que vienen son difíciles, pero también imprescindibles e ineludibles.