Enfundados de un falso federalismo, hoy se reúnen los mandatarios de nueve entidades gobernadas básicamente por el PAN y el PRI. Javier Corral es el anfitrión en Palacio de Gobierno que ya, a estas horas, luce como una zona sitiada e inaccesible para los ciudadanos. Tal como lo hacía Duarte, hoy lo hace Corral.

Es una alianza prohibida por el artículo 117 de la Constitución General de la república, pero aún así desafían al Estado de derecho, y más que buscar realmente acabar con el centralismo que se finca en la Ley de Coordinación Fiscal, es un recomodo para proyectos electorales y una forma de convertir a esas instituciones en un contrapoder al gobierno federal.

Estarán en la pasarela Alejandra De la Vega, heredera de un imperio económico fincado en la comercialización del alcohol en la frontera y en los intereses petroleros de su propia familia. También, explicando la pandemia, el impuesto secretario de Salud, Eduardo Fernández Herrera, que de esta materia no tiene conocimientos profesionales, y el secretario general de Gobierno, quien se ha caracterizado por ser un cero a la izquierda en el manejo de la política interior de Chihuahua. Son los compadres de Corral.

El propósito central –no se sabe aún si se llegará a ese acuerdo– es abandonar la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), de por sí ya desacreditada en los hechos. 

El PAN tuvo dos sexenios presidenciales para construir un nuevo federalismo y el saldo que nos dejó es nulo; hizo lo mismo que el PRI en el poder. Corral fue dos veces diputados federal y dos veces senador de la república y también sus resultados fueron nulos. Ahora quiere cubrir su déficit con más reuniones facciosas que ponen en riesgo la unidad misma de la nación y la república.