El mundo de la política de todos los tiempos y de todos los sitios ha estado llena de tartufos, seres hipócritas y convenencieros que se lanzan a la búsqueda de cargos públicos para satisfacer algunos de sus intereses primordiales, frecuentemente el afán de dominio y más el de llenar sus alforjas de dinero. Son la roña de la política. Aquí en Chihuahua tenemos varios especímenes, que ciertamente no agregan notoriedad ni genio en sus acciones, pero por los resultados producen la misma enfermedad que he mencionado, con grave quebranto para los intereses públicos. 

Juan Blanco Saldívar forma parte de esa especie. Inicialmente se proyectaba como un pujante empresario pizzero, el tiempo dijo que no era lo suyo, hasta donde podemos saber. Después le dio la comezón de la política y por ser un hombre con relativa fama, pero sobre todo de acendrada derecha, el grupo económico dominante de la región lo convirtió en candidato del PAN a la alcaldía de Chihuahua, ganándole a un PRI que sin imaginación postuló a Martha Laguette, de la que en su momento dije que tenía un conocimiento muy ribereño de la realidad de la ciudad de Chihuahua, lo que le costó fracasar, luego de haber sido aliada incondicional de Patricio Martinez García en el Congreso del Estado, y luego parte del Bronx en San Lázaro. Hoy está refugiada en MORENA. ¿Razones?, ¿quién lo sabe?

Pero hoy hablo de Juan Blanco, un alcalde que naufragó en la corrupción política, de la cual hasta sus correligionarios estaban plenamente conscientes, lo que no le obstaculizó para posteriormente ser diputado federal y hasta aspirante a la gubernatura del estado en 2016. En su momento, y poniendo en práctica su vocación traidora y utilitaria, no tuvo inconveniente en sacarse la fotografía con César Duarte, lanzando el mensaje de disenso con su propio partido. Ahora se le ve cabildeando posibilidades de continuar en el negocio de la política, por eso un día brota la información de que habla con los de MORENA y otro que busca a los del mismo PAN, como si fueran franquicias a las que se pudiera acceder mediante la compra de una pizzería, por ejemplo. 

Políticos de este tipo le hacen mucho daño a Chihuahua. Ya es tiempo de colocarlos a sana distancia, sin posibilidad de retorno. Pero eso lo han de decidir los ciudadanos si realmente se quieren sacudir este tipo de politicastros. 

No quiero terminar esta breve nota sin recordar a alguien que fue un verdadero genio en estas artes, a grado tal que E.M. Cioran en su estrujante obra Ese maldito yo expresó su debilidad por Talleyrand, hombre que lanzó al escenario público el proceso de la Revolución francesa de 1789. Este personaje, con chispa y talento, lo mismo fue libertario, regicida, radical, termidoriano, partidario de Napoleón, luego se convirtió en monárquico de nuevo y hasta favoreció a la restauración conocida como “La Santa Alianza”, de infausta memoria.

Pues bien, de este personaje Cioran dijo: “Cuando se ha practicado el cinismo de palabra únicamente, se siente una gran admiración por alguien que tan magistralmente lo tradujo en actos”. 

La frase viene como anillo al dedo, pero con una excepción: Blanco no tiene ese talento. Blanco es la roña política.