El gobierno de Corral habla de una “reforma estructural” en materia electoral. Dice que vamos a dar un “giro histórico”. Dos preguntas se antojan indispensables, no porque se vayan a contestar desde el poder –nunca lo hace– pero sí para que todos las tengamos presentes: ¿Por qué se presenta cuando la sociedad está confinada y no puede participar con eficacia? ¿Por qué dejó hasta el final la propuesta cuando sólo se dispone de hoy al día último de este mes para realizarla? 

Esto significa que se cocina tras bambalinas un proyecto que además implica un consenso nacional imposible de lograr por un gobernador desprestigiado, que contraviene disposiciones que no están en las manos de los diputados de aquí, lo saben bien. 

No basta con plantear lo que se considera una “bella idea”, a menos de que ya haya caído Corral en el extremo de pretender hacernos felices a todos aunque no queramos. Fuera de esta ironía, la realidad es que se necesitan idear mecanismos de participación para impedir “reformas” a modo. Nada extraño resulta que en el ámbito político sólo un desvencijado Gustavo Madero sea el que apoye a su gobernador que lo nutre de recursos y becas para su participación política, a pesar de lo grande de la ancestral fortuna del malhablado. 

A este momento no se sabe si cuenta con una mayoría en el Congreso local en su propio partido. Lo que me preocupa es una frase que escuché ayer: parte de MORENA quizá se doblegue y vote de sí misma. 

Por lo pronto Corral polemiza su proyecto frente al espejo, donde se autoestudia para pronunciar sus discursos, ahora en parte sosteniendo un iPad y copiando la imagen de un señor que se llama Hugo López-Gatell.