La afición a la maldad

Febrero de 2006
Ediciones del Azar / Colección Golpe de Dados
Chihuahua. 200 pp.

“Nuestra sociedad no tiene cabal conciencia de los grandes males que le derivan de la corrupción, particularmente de la corrupción política. Como problema se le considera, por los interesados en soslayarla, un distractor de los temas fundamentales y, no es infrecuente, que pretenda colocársele al margen de la agenda propiamente política para subestimarla como una especie de crítica moralizante que si bien toca nuestra realidad, no es tópico que sirva para el desarrollo político. Se trata de un enfoque o una percepción totalmente equivocada. Son cada vez más las voces que se levantan para colocar al problema de la corrupción como uno de los más grandes males de nuestro tiempo. El concepto mismo de representación, esencial en la construcción del Estado moderno, puede deteriorarse peligrosamente si la corrupción sigue acaparando cada vez más los espacios de la vida política, económica y comercial, tanto en sus ámbitos internos como internacionales, sobre todo en un momento en el que la mundialización se ha convertido en una realidad plena e incontrastable”.

Así comienza la obra del autor camarguense Jaime García Chávez, quien en tres amplios capítulos aborda el tema de la corrupción desde la perspectiva de quien ha luchado toda su vida por combatirla. “El autor tiene claro que la corrupción tiene entre sus variadas causas un origen moral y cultural, pero la corrección del fenómeno no puede ser solamente moral o cultural, sino política, institucional y jurídica”, abona a su favor en la contraportada del libro Jaime Cárdenas Gracia.

Por su parte, Jaime García Chávez escribe “He abrazado una profunda pasión por la política y una fe en su ejercicio democrático, conciliatorio, creador, transparente, de cara a la sociedad. La política para acordar, como contribución para determinar los destinos de un país y decidir quien lo dirige. Una política de rendición de cuentas, una política como instrumento de la justicia, una política para los más y convertida en el arte y oficio de defender sus intereses. Para esa batalla he juntado todas las piedras posibles y conste que no estoy empedrando ningún camino. Aunque me considero hombre de buenas intenciones, siempre voy por la concreción, por el logro, por la acción”.

En el primero capítulo expone claramente su percepción del mal que ha corroído las entrañas del quehacer institucional y los esfuerzos que representan para los actores políticos estar dispuestos a afrontar el mal: “Ceder terreno a la corrupción, so pretexto de las limitaciones y el riesgo de poner en grave crisis la precaria gobernabilidad, es claudicar de un propósito esencial que tiene que ver con la instauración de más y mejores mecanismos de control y preservación del patrimonio público. México tiene varias décadas abonando su acompasada transición a la democracia a partir del tema electoral y descuidando la urgente e impostergable organización del poder en un sistema de democracia representativa. No se trata nada más de que tengamos muy claros los diseños institucionales que permitan los mejores mecanismos para la rendición de cuentas, lo que de suyo sería ya un avance importantísimo en la construcción de una sociedad libre y participativa. No, se trata de que entendamos que en la medida en que la corrupción siga siendo una nota recurrente, esencial y alarmante que caracteriza a nuestra sociedad y sus obsoletas instituciones estatales, en esa misma medida disminuirán de manera notable las posibilidades de establecer el sistema democrático largamente buscado y más lejano estaría el Estado constitucional”.

Agrega que en sus consecuencias, “La corrupción contribuye a fertilizar las condiciones para la agresión a los derechos humanos, y lleva al daño y depredación del medio ambiente, a consecuencia del soborno y la extorsión que distorsionan la aplicación de las normas ecológicas. Pero no solo, a mayor corrupción política, habrá mayor pobreza y exclusión social y se fortalecerá el caldo de cultivo para la instauración de gobiernos tiránicos y despóticos”.

Jaime Cárdenas Gracia inscribe en la contraportada de la obra que “el autor es más que un académico conocedor de una materia, un testigo privilegiado de un proceso inacabado que vive la sociedad de Chihuahua para constituirse en un Estado democrático de derecho”.

“La corrupción, entonces, debe ser un problema de debate permanente y entenderla conceptual, económica y políticamente resulta fundamental para conocer el mundo y el país en que vivimos y prodiga, al alimón, las armas para combatirla. Antes de abordar algunos aspectos teóricos sobre esta materia, repasemos algunos datos que por sí solos nos van a evidenciar la magnitud de la corrupción en nuestro país y que sin duda son elementos empíricos para darnos una idea de lo hondo que ha calado este flagelo en México”, puntualiza el autor.

Durante el recorrido del segundo capítulo, el lector puede incursionar en una breve narrativa de la experiencia vivida por miles de chihuahuenses que signaron la primer iniciativa popular presentada en la historia de Chihuahua y del país. “Abro este capítulo con el recuento sumario de una experiencia personal para de ahí explicar los motivos de la primera iniciativa popular de naturaleza política presentada en la historia del estado y del país”, dice García Chávez.

Impulsados por los agravios y abusos cometidos por el entonces presidente municipal de Chihuahua, Patricio Martínez García, un grupo cada día más creciente de chihuahuenses consideró como alternativa superior a la simpleza de denunciar penalmente los delitos cometidos por el gobernante, instaurar en Chihuahua mecanismos institucionales ciudadanos para poner un freno preventivo a la corrupción. “Con un grupo de hombres y mujeres libres se constituyó un Comité Ciudadano para proponer, mediante una Iniciativa Legislativa Popular, la creación de un Tribunal Estatal de Cuentas que inaugurara un nuevo esquema de rendición de cuentas y de protección, custodia y preservación del patrimonio público en el Estado de Chihuahua”, acota el autor.

Y agrega: “En este libro explico el contenido de esa iniciativa, y lo hago polemizando con el dictamen legislativo que postuló su desecamiento. Veremos los aciertos y también las limitaciones de la propuesta y sobre todo dos cosas: de una parte cómo se dio la estimulante voz de apoyo de cerca de veinte mil ciudadanos que la suscribieron, lo que constituye el lado luminoso de este asunto y a contrapelo de esto: la arrogancia y despotismo con que fue rechazada por el gobernador Patricio Martínez García que ordenó, a través de sus operadores Víctor Emilio Anchondo Paredes, Secretario General de Gobierno y Sergio Martínez Garza, pastor de la mayoría congresional, cerrarle el paso mediante truculentas acciones y un dictamen que constituye falta de respeto y desprecio a los ciudadanos de Chihuahua, a más de una agresión a la inteligencia”.

Más de 19 mil 500 firmas de ciudadanos plenamente identificados con su credencial de elector fue el resultado de una intensa campaña promotora de la iniciativa popular que terminó, para vergüenza de la clase política priísta chihuahuenses, arrumbada en el archivo muerto del Congreso del Estado.

De lleno, en el tercer capítulo de la obra, el autor abunda sobre el análisis de las consideraciones vertidas en la presentación de la propuesta democrática y desglosa, paso a paso, las consideraciones que la mayoría priísta en el Congreso del Estado asumió para desechar la iniciativa popular para crear el Tribunal Estatal de Cuentas. En profundo análisis que incluye referencias históricas, jurisprudencia temática y comparativos estadísticos, cifras no sólo registradas en México sino en otros países, Jaime García Chávez desglosa paso a paso los considerandos jurídicos y políticos que cimentaban la viabilidad de la iniciativa popular y las artimañas y falacias utilizadas por la mayoría en el Congreso para desecharla. Soporta además el contenido de este tercer capítulo en una reproducción fiel de la documentación oficial emitida, desde la redacción original de la iniciativa popular presentada por los ciudadanos, los diarios de debate con las discusiones parlamentarias y los dictámenes emitidos por la comisión que supo del asunto.

“Este libro es testimonio y es sendero para transitar a una etapa superior. Espero así sea entendido”, finaliza Jaime Cárdenas Gracia.

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