En el tema del transporte urbano de Chihuahua el gobierno de Javier Corral había tenido suerte. Casi a la mitad de su quinquenio no había recibido el reproche de los usuarios que lo padecen de mala calidad y pretenciosamente caro. 

Ayer esto hizo crisis mediante el símbolo del fuego, que todo lo arrasa. Ni a César Duarte le anunciaron una batalla tan profunda por el hartazgo que hay por la falta de un genuino servicio público en esa materia. 

Vimos en miniatura lo que puede llegar a un levantamiento de indignación contra un gobernante que ha abandonado Chihuahua, que repite los despreciables usos y costumbres del tirano que huyó. Como aquel sombrero blanco que se auto propició César Duarte en el extranjero, Corral recibe distinciones en Arizona, territorio de reserva fascista, tan del gusto de Alejandra De la Vega y de su petrolero y republicano esposo, mientras aquí caemos en el caos en todos los ámbitos. Van tres ejemplos: ejecuciones de policías, carencia de medicinas e insumos en los hospitales y desintegración de la administración que se emblematiza con la salida intempestiva de la secretaria de la Función Pública. 

Contra la burla nada puede, ni la solemnidad corralista, ni mucho menos la retórica hueca que se vende puntualizando por la radio y desde luego con costos para quien dijo que tendría una nueva relación con los medios. 

Mañana, en un ejercicio de memoria, recordaremos a Miroslava Breach Velducea.