La corrupción suele ir acompañada de compadres. Bien dijo el grande José Revueltas que “en México la amistad es una ideología”. 

López Obrador es hoy compadre del financiero e industrial Miguel Rincón Arredondo, instalado en el ramo forestal y papelero. En su tiempo se benefició de la privatización de PIPSA, el monopolio del papel periódico durante el régimen priísta. 

Ahora debemos confiarnos en que López Obrador tiene un bisturí tan fino que separa su función pública de su vida privada. Quién lo sabe. Lo que se duda es que cuando Rincón llegue a alguna gestión, con algún funcionario de la Cuarta, también tenga ese finísimo bisturí, y más todavía que carezca de olfato para no oler el putrefacto incienso del cardenal Norberto Rivera, que ya no se sabe en qué remoto tiempo renunció a las sandalias del pescador para dedicarse a los negocios y a santificar pederastas, mafiosos del poder y todas esas ladillas que hicieron gala neoliberal.

¡Aguas! Lustrales, bautismales o negras.