En efecto: no se trata de contar sillas vacías en los auditorios de Javier Corral, tampoco de hacer el recuento de abucheos, desprecios y dispensas presidenciales. Eso forma parte del anecdotario, sabroso a veces, pero ahí se agota. El tema, si no único al menos más interesante, es cómo se da la comunicación política, si con apego a principios democráticos y solventando cambios en la petrificada cultura política mexicana de la que ya estamos hartos, o seguimos observando las tradicionales actitudes convenencieras. Cuando así sea, no nos conformamos y congratulamos con los aplausos, a los que todo mundo se acostumbra gratamente, y reprobamos la crítica ordinaria del abucheo, que no siempre, por rudimentaria, carece de fondo.

Evidentemente que Javier Corral Jurado debe estar sumamente molesto por lo que le ha pasado, pero no con todo. Aunque no lo ha declarado –ni lo va a hacer–, está conforme, y hasta debe gratificarse con placeres ignotos, con todos los desplegados laudatorios que le tributaron el sábado 2 y el domingo 3 en los principales diarios de la entidad. Me di a la tarea de cuantificarlos en dos periódicos, El Heraldo y El Diario, ambos de Chihuahua. En el primero, en los dos días referidos, se publicaron 79 desplegados (4 planas, 12 medias, 44 cuartos y 19 en tamaños inferiores). En el segundo rotativo, por razones obvias la cantidad de desplegados fue menor: sólo 46 distribuidos en una plana, 7 medias, 30 cuartos y 8 más pequeños. 

79 + 46 = 125 desplegados lisonjeros. Aquí hay desde abajofirmantes del propio partido, proveedores de gobierno, lambiscones y acomodaticios, pero como hablan bien de Corral, nadie en el gobierno los objeta, a pesar de que es una práctica de los más bochornosos tiempos del priismo, que alguien sintetizó con las frases sacramentales: “lo que usted quiera, señor presidente; lo que usted diga, señor gobernador”, para luego decir: “y ya es tiempo de que alguien se lo dijera”.

Y hablando de acomodaticios, hay dos que resaltan: el primero, en el que no me detendré, que contiene la felicitación del Consejo de la Judicatura del Estado de Chihuahua, ¡qué vergüenza! Y el otro que no tiene desperdicio: se trata del firmado, a todo color y más caro, por el socio de César Duarte, Jaime Galván Guerrero, escrito con alguno de sus pies, seguramente el izquierdo. Júzguelo usted por estas frases, descontando las faltas de ortografía y de sintaxis: “…es menester (sic) darnos cuenta que el Gobernador es de todos los ciudadanos (sic), sin trascender para ello el origen o cualquier otra circunstancia (re sic)”. “Por eso exhorto a mis conciudadanos a que formemos grupo de solidaridad en su gestión (sic que huele a Unión Progreso), con crítica constructiva y propuestas de solución, no con burlas y desdén” (sic morenista).

Corral presume su adhesión a la democracia, al igual que muchos políticos que sienten regusto por la fraseología. Pero los hechos son tercos: en la simultaneidad de los días debiera mostrar su malestar con el abucheo colectivo, a la par de dejar de solapar la industria del desplegado laudatorio, dicho sea esto haciendo una aclaración, pertinente: creo que soy el único que los lee todos.