La paz de todos tan anhelada no termina por llegar y, sin pesimismo, pienso que es inalcanzable, mientras los aparatos de persecución del delito y de justicia no se pongan a trabajar cual es su obligación. Los homicidios por ejecución continúan y ayer las calles de Chihuahua se ensangrentaron con sendos asesinatos.

La noticia es cotidiana: la policía llega después, los ministeriales también, acordonan el lugar, embalan casquillos, los cadáveres se van al forense, se enriquece la nota roja y sanseacabó. 

Son los escalofriantes hechos a los que ya se acostumbró la sociedad, ya nadie se estremece por nada. El Estado lo sabe y se dedica a sortear los días en disputas estériles y en la molicie. Unos proponen la militarización con el disfraz de Guardia Nacional, los otros se rasgan las vestiduras y se oponen a todo, asisten a misas concelebradas, y absolutamente las cosas siguen igual.