Los trabajadores del estado de Chihuahua, en sus diversas áreas, sufren del mal gobierno corralista. Hoy padecen los efectos de un reajuste injusto y con los despidos masivos se les quiere obligar a contribuir a la solución de un problema que no es de ellos. Hay de todo, desde los de recién ingreso hasta los que ya tienen edad para jubilarse o pensionarse. Ni así saldrá Chihuahua de la quiebra inminente, debida a muchos factores, pero de 2016 para acá, a la falta de visión de Estado, de política consistente y de absoluta ausencia de sinceridad y previsión.

Para el gobierno de Corral, al igual que en las peores políticas empresariales, la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil: el eslabón del trabajo asalariado. La alta burocracia no será tocada ni con el pétalo de una rosa. Cambio 16 se mantendrá como producto del dispendio y el capricho; encuentros y foros se seguirán sorteando para el lucimiento personal de Corral que ha perdido el piso y se cree flotando en una gloriosa nube.

Los bancos acreedores, para él y su gobierno, son intocables y no han tenido ni la voluntad ni el talento para litigar la voracidad de los especuladores que sangran a Chihuahua, y encima de ello la corrupción y un trato indigno y arrogante en funcionarios que ven por encima del hombro a sus pares de base en las dependencias.

Pienso en el mercenario Eduardo Fernández, el subsecretario de Hacienda, que prodigó un conjunto de argumentos que no se sostienen de ninguna manera. Es el prototipo de empleado corralista: mucha moral en el verbo, poca congruencia en los hechos.

Eduardo Fernández (centro). Lavarse las manos.

 

Empero, algo falta. Y lo que falta es que los trabajadores cesados, obligados a perder su trabajo en el peor de los momentos del año se armen de valor, se agrupen en una poderosa alianza sindical y vayan a una agresiva defensa de sus derechos, pidiendo, exigiendo incluso, que este gobierno se vaya a su casa porque ha demostrado con creces que no sirve absolutamente para nada, en especial para la gestión de los fondos, porque ha preferido loa pugnacidad estéril al desempeño de una administración pública con sentido en favor de los intereses de Chihuahua.

Los trabajadores no están para dejarse y deben encarar colectivamente el problema. Cuando se intenta resolver este tipo de circunstancias en un cara a cara solitario, en el que de un lado está el trabajador y del otro un funcionario, no debe perderse de vista que detrás de este último hay una poderosa estructura gubernamental que lo va a aplastar.

La convocatoria es a la lucha. A la lucha colectiva en la que se tiene la ventaja del número y su fuerza. El llamado es a no dejarse. Ya basta.