Lo que son las cosas: ahora que el PAN pasa por una crisis estructural de la que hoy por hoy no se sabe cómo terminará, se ponen en juego, localmente, dos visiones: la de Javier Corral y María Eugenia Campos que ha pretendiendo cimentarse en los orígenes del siempre citado y nunca obedecido Manuel Gómez Morín. Esta visión la encabeza la planilla de Rocío Reza, que se lanzó con todos los auxilios y la bendición papal desde el poder. Idéntico a como lo hacía el PRI en sus años dorados.

En el otro extremo está Jorge Puentes, que a decir de él, no busca acompañamiento de figurones y apuesta por un ejercicio democrático, sin dejar de ser un hombre de derecha, tradicionalista y conservador que preconiza el credo de la familia y la vida, así en abstracto. De todas maneras es de reconocérsele, cuando auténtico, que se pare frente al poder que alienta las voces del rocío que reza por una reconstrucción del PAN desde lo más hondo de los proyectos personales de poder.

Paradojas: en esta van juntos Corral, su burocracia, María Eugenia Campos Galván, su burocracia, a pesar de que el primero conoce de cierto el duartismo de la segunda y hace la vista gorda. 

Entre tanto hay quien reza y otro que aspira a puente. Pontífice pues.