Ramón Galindo, como en otras ocasiones, recibió el rechazo de la población en las pasadas elecciones; es decir, la gente no lo quiere como administrador de lo que signifique bien público. Y sin embargo, Javier Corral lo premió con una nueva Secretaría, o casi, en Desarrollo Social, porque es cuestión de tiempo para que su actual titular, gris e invisible, Víctor Quintana Silveyra, vaya a pedirle cobijo a la “cuarta transformación”.

Derrotado adentro y derrotado afuera, Quintana Silveyra, con quien dimos muchas horas de batalla contra las imposturas priístas en el pasado, hoy se apresta para pasar su olfato sobre café molido, como harían los buenos narices, para neutralizar el perfume ya rancio del corralismo y empaparse de mejores aromas –eso cree él– al lado de Andrés Manuel López Obrador, quien todo lo perdona.

Ha de recordarse que AMLO lo “castigó” por declinar una petición suya (léase orden) sobre una candidatura al declararse enfermo y reaparecer, bien sanote, en el gabinete de Corral hace prácticamente dos años.

Lo más probable es que a estas alturas, con un Galindo a punto de lanzarse sobre la silla principal del sedesolito blanquiazul, Víctor Quintana vuelva a autovictimizarse para que Corral prescinda de sus nulos servicios y se vaya, de una vez por todas, con AMLO a la Ciudad de México, o a ocupar algún cargo regional. Víctor Quintana anda, como dice la famosa canción de un cantante español al que casi no le entiendo, “con el corazón partío”.