No creo haberme equivocado cuando advertí, a inicios de la guerra calderonista contra el narco, que las fuerzas armadas –en especial el ejército– se marcharían de Chihuahua con deshonra y protegidos por la ancestral impunidad. ¿Alguien sabe qué pasó con el general Espítia y su combinación con José Reyes Baeza y Patricia González?

Hace unos días, casualmente cuando se liberó a Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, estuvo en territorio chihuahuense el general Salvador Cienfuegos. Con su habitual cara de maloso que le envidiaría el actor Carlos López Moctezuma, dijo, palabras más palabras menos, que en materia de fuerzas armadas “la cobija no alcanza para todos”, lanzando un claro mensaje político al poder estatal.

Hoy podemos decir que el gobierno de Peña Nieto hizo de esa cobija materia tan elástica con la Ley de Seguridad Interior que sus palabras suenan más que huecas.

Siempre me pronunciaré porque el conjunto de las fuerzas armadas se ciñan al papel que la Constitución les otorga y no trasciendan a las labores que corresponden a los civiles, y desde luego un par de cosas más: el mando civil a esas fuerzas, por una parte, y que se replieguen a sus cuarteles, por otra, como algún día lo ofreció el presidente electo… para retractarse luego.

Pero todo parece indicar que aquí la cobija federal alcanza o no, según sea el caso: para la presencia armada no, para “La Coneja” sí.

Como el general vino a inaugurar bancos, probablemente le tocaron la Diana más temprano.