La derecha panista, representada por María Eugenia Campos Galván, valiéndose del escaño de Miguel La Torre Sáenz, persisten en proponer se decrete la existencia del “City Manager”. De entrada deben hablar y escribir en español y, lo más importante, que entiendan nuestro derecho constitucional y que no se gobierna engordando artificialmente la burocracia, que suele ser parasitaria y el lugar donde anidan las finalidades propias que se venden cual si fueran anhelos de todos.

Es una real desfachatez proponer que por encima del presidente municipal (en este caso una “alcaldesa”), dos decenas de regidores, un síndico, un secretario del ayuntamiento y un conjunto numeroso de directores, haya un “City Manager”, es decir, un administrador de la ciudad, precisamente como el que existe en El Paso, Texas, al parecer la única ventana a través de la cual ven a los Estados Unidos. ¿Entonces para qué está la presidenta? ¿Para qué se le eligió? 

La Constitución de la república, en su artículo 115, dice muy claramente que la competencia constitucional se ejercerá por el Ayuntamiento de manera exclusiva, repito: de manera exclusiva. Aparte de disponer lo que es la premisa básica: el gobierno municipal se ejerce por el Ayuntamiento que es de elección popular. Y por popular se entiende que no sea una facultad delegada a nadie para nombrar un funcionario que aparte de no estar previsto por la Constitución, duraría quince largos años. 

Dan razones, opiniones para ser más precisos, para pretender implantar un gobierno gerencial –no saben otra canción–  y entre ellas que el “manager” va a coordinar los esfuerzos, y María Eugenia (con todo y su nombre tomado de la dinastía de los Habsburgo) nos da como argumento que cuando llegó no había un censo de las luminarias en esta oscura y hoyancuda ciudad. ¿No sería mejor que el funcionario encargado hiciera ya su trabajo? 

¿Qué quieren los panistas atrincherados en el municipio capitalino? En primer lugar, pasarse por el arco del triunfo la Constitución General de la República, de paso darle la espalda al pensamiento municipalista de su padre fundador Manuel Gómez Morín, y perpetuarse en el poder, heredándonos un fifí por quince años. No pasará. 

Creen que los ciudadanos de Chihuahua carecemos no tan sólo de inteligencia, sino del más elemental sentido común: la señorita Campos Galván quiere delegar sus funciones, esas que resultan muy molestas en el día a día, para dedicarse enteramente a su proyecto gubernamental de poder y al mundo de los negocios públicos que suelen darle sustento a esas pretensiones y a gordas cuentas bancarias. 

Los chihuahuenses han de tomar conciencia de esto y actuar. Ya basta de estas mamarrachadas. En la España legendaria las denominan “alcaldadas”.