Gobiernos van, gobiernos vienen, y el transporte público en Chihuahua permanece en manos de los mercachifles de la CTM. Al gobierno le importa nada el primordial tema de la movilidad social que tanto abruma la vida cotidiana de miles y miles de usuarios. El reciente encuentro de Francisco Lozoya y Juan Gómez con los personeros del estado, arroja como saldo más que una tibieza gubernamental frente a la corporación tradicional que, indebidamente, por mucho más de medio siglo mantiene un monopolio contrario al interés público. Pero no solo, también hay lenidad de por medio, es decir, blandura, ausencia de rigor, que se muestra al dispensar el pago de las multas que se produjeron por infracciones que se acumularon por años. ¿Si se las perdonaron a ellos, con qué argumento obligarán al resto a pagar lo que frecuentemente, además, es abuso de la policía vial?

Nunca, como ahora, vemos un gobierno de rodillas frente a la CTM, como el de Javier Corral. Se hacían cosas mejores, mucho mejores y duraderas durante las administraciones de Fernando Baeza Meléndez (PRI) y de Francisco Barrio (PAN), éste último que promulgó una ley de transporte que norma relaciones por más de veinte años. Aquí lo que tenemos en presencia, en este amanecer nublado, es ir solventando el día a día con una impaciencia que soslaya el carácter de un talante con nulo estadismo.