Siguiendo la moda implantada por Trump, Javier Corral practica hacer política a través del Twitter. Uno ha llamado mí atención, y dice así: “La auténtica recuperación, el verdadero sentido de rescate de @AccionNacional, debe empezar por saber qué pasó exactamente en la elección de Puebla y deslindarnos de cualquier práctica antidemocrática. Recobraremos la credibilidad, cuando pongamos fin a la simulación y la mentira”.

Es usual de los autoritarios recurrir a la conjugación del verbo deber. Ahora el “deber” corralista empieza por saber qué pasó en Puebla, y este deber lo olvidó, al cien por ciento, desde los tiempos en los que el PAN empezó a tirar sus redes entre expriístas para hacerse una fuerza mayor. Dos ejemplos bastarían: el propio Moreno Valle, y ahora su señora esposa –hoy por hoy, ganadora para suceder a su señor cónyuge– o con el impresentable Yunes, que quiso dejar a su hijo como gobernador en Xalapa. O sea, que los “deberes” de Corral están divorciados de una real ética, anclada en las ideas del viejo PAN, no se diga de los rigores kantianos.

No extraña su comportamiento. Defensor del Pacto por México en su momento, luego se desdibujó en el mismo; no era rentable a su rijosidad, empero, dio abrigo a dos de sus autores: Madero y Anaya, al primero lo relanzó, y al segundo le aplaudió a rabiar como candidato. Ahora, cuando su partido está extraviado, por principios de cuentas quiere saber lo que pasa exactamente en Puebla, para “hacer un deslinde”, en una historia sobre la que ya se ha hablado muchísimo, es decir, lo inapropiado que es que un gobernador “panista” herede a su esposa el cargo, práctica que ni siquiera vimos en el PRI.

Corral se expone a que el punto de partida sea, en el reclamo de sus adversarios, cómo gobierna él en Chihuahua, justo para evitar simulaciones.

Ignoro cómo se decantará esta historia. Lo que me queda fuera de dudas es que el llamado “Modelo Chihuahua” que quiso implantar Corral nacionalmente fracasó. Y no puede ser de otra manera, cuando la alianza fue con los traidores y cómplices del PRI en ese partido llamado PRD, que es prospecto a la extinción.

Es dado a los gobernantes preocuparse por lo que pasa en sus partidos fuera de su demarcación, no lo niego ni lo regateo; sin embargo, para que esto resulte útil necesita tener aseada la propia casa. De lo contrario, se hace acreedor al viejo refrán de ser candil de la calle y oscuridad del hogar.