El Comisionado Estatal de Seguridad, Óscar Aparicio, la volvió a hacer. Como no le es dable eso de hacer declaraciones medianamente congruentes ante la prensa, opta por sacar de su ronco pecho todo aquello que le dicta la víscera. Jefes policiacos como él hay muchos y Chihuahua tiene mucha historia negra qué contar en esa materia. Pero el caso de Aparicio es francamente bochornoso. Y cuando menos se lo piensa el ciudadano de a pie, zas, se encuentra Aparicio echándole combustible al fuego.

La nueva es que ayer pidió (¿a quién?) una investigación, seguramente para castigar a los agentes de su corporación que mantuvieron un paro laboral porque supuestamente se rehusaban a ser trasladados de Ciudad Juárez a Ignacio Zaragoza en donde nunca tomaron sus puestos, o como se dijo en el manipuleo verbal que Aparicio acostumbra: “abandonaron a su suerte a los ciudadanos” de ese cónclave serrano en que los delitos violentos han sufrido un incremento igualmente lastimoso.

Puede ser. Tampoco regateo la certeza de que los uniformados al asumir sus cargos han de estar conscientes de los riesgos que corre su tan vapuleada profesión. Sin embargo, detrás está el temor siempre latente por acudir a regiones donde la delincuencia no tiene empacho alguno en sacar de su oficina, a plena luz del día, a funcionarios públicos para torturarlos, asesinarlos y arrojarlos en cualquier vereda.

Aparicio, en su retahíla dijo que los agentes “no están laborado en malas condiciones”. Entonces, al enfrentar cotidianamente a personas armadas y salir con heridas o perder la vida, ¿no es trabajar en malas condiciones? Si nos atenemos a la lógica del Comisionado Estatal de Seguridad, las y los chihuahuenses vivimos en el mundo feliz que representó hace más de ochenta años el británico Aldous Huxley, donde no existe guerra ni pobreza y sólo prevalece la felicidad… a cambio de eliminar aspectos importantes de las vidas humanas como el arte, la literatura o la diversidad cultural.

Desde la comodidad de un escritorio, el burócrata Aparicio (que sólo se aparece para la foto, ridículamente armado en fino traje de casimir) le está diciendo a la ciudadanía que los riesgos no existen en la sierra, que todo está bajo control pero que –paradójicamente– utiliza para enfatizar la ausencia de los policías que se atrevieron a reclamar y, como siempre, sin ser escuchados antes de que el jefe policiaco salga a decir que se las pagarán por haberlo puesto en vergüenza.

Lo que no saben las autoridades policiacas es que, al menos internamente, también se puede empezar con saber las necesidades de sus subordinados antes que mandarlos a “investigar”, que, a final de cuentas, la deuda que se tiene en este sentido con la población es demasiada y no hay quién castigue a los altos mandos por tan penosas, y a veces peligrosas, omisiones.