En tiempos de negros nubarrones para el federalismo mexicano –recuerden que pronto estarán en las entidades los procónsules–, a contrapelo de lo que dispone el Artículo 117 de la Constitución General de la República que transcribo a continuación: “Los Estados no pueden, en ningún caso: I.- Celebrar alianza, tratado o coalición con otro Estado…” y en un acto de simulación e hipocresía, los gobernadores se reunieron con Andres Manuel López Obrador, en una muestra de que las liturgias del poder, los besamanos y pleitesías ceremoniales no se han ido nunca. No cabe duda que lo que algunos llaman cultura política es una dura piedra muy difícil de horadar.

Javier Corral aparece en la foto arrinconado y mostrándose discreto, entretanto, deja crecer la peregrina idea de convertirse en un líder del futuro mexicano. Lo lastran, mínimo, cuatro cosas: su anayismo; la justicia selectiva practicada en Chihuahua, la cual permite que delincuentes del tipo de Jaime Ramón Herrera Corral gocen de plena libertad; la ausencia de gobierno democrático y división de poderes en todos los órdenes, y su silencio en torno a las amenazas al federalismo que entraña la decadente CONAGO, que existe como un monumento a la violación constitucional.

No basta ser Nepomuceno, es decir, pico de oro.